- Mirá Tano, este domingo te vamos a bautizar, vamos a ir al "castillo de la princesa" (así llama él a la iglesia de San Fernando) ...
... y un cura te va a tirar agüita en la cabeza y ya está.
- ¿Un doctor? - preguntó habituado a que el tono solemne de mi voz presagiara, como suele, eventos desagradables.
- No m´hijo, un cura, también van de blanco pero sin jeringas ni estetoscopios.
- ¿Puedo un huevito? (se refiere al huevito Kinder con sorpresa, clásico rehén de todas sus negociaciones).
- Es un trato.
Pero es una cosa cerrar el precio y otra muy distinta entrar al detalle del negocio, y porfiado como es dió toda la batalla que pudo. El interior de la iglesia era un escenario inédito y parece que valía la pena preguntarlo todo justo en el momento en que el protocolo aconseja callarse y dejar hacer al párroco. Miraba absorto los frisos del techo, las imágenes, los murales, tratando de reconocer alguna familiaridad en ellos:
- (a voz en cuello) Explícame, explícame! (porque él habla como los doblajes de Discovery Kids)
- Callate Tano
- Mirá (señalando un mural de Cristo apacentando un rebaño) ¡ovejas!
- Si, si, después me mostrás
Y el sacerdote que se acerca para hacer la señal de la Cruz en su frente, y Goyo que le dice
- Vos allá, con las ovejas
(y me cago en diez ¿por qué todo tiene que complicarse?)
Y un momento antes de la mojadura
- Pis, quiero pis
Y la salida urgente a buscar un árbol disponible y volver de raje. Y una vez adentro de nuevo
- ¿Puedo caramelos por favor papá?
- Cuando salimos te doyY ante la negativa su venganza preferida, tragó aire y soltó un eructo estentóreo cuyo eco perdurará en aquellos mármoles sagrados por mucho tiempo.
Pero finalmente cumplió su parte del trato, ni el más mínimo berrinche a la hora de poner el cuerpo.
Y Lolita una duquesa.
Aquí están, estos son, cristianos con chapa.