miércoles, 22 de julio de 2009

Cristianos con chapa

Es un hecho de la naturaleza que a Goyo no le gustan los imprevistos, de modo que cuando un hecho futuro y previsible amenaza con alterar sus esquemas conviene notificarlo con bastante antelación. Me puse serio y con gesto de "prestame atención que esto es importante":

- Mirá Tano, este domingo te vamos a bautizar, vamos a ir al "castillo de la princesa" (así llama él a la iglesia de San Fernando) ...



... y un cura te va a tirar agüita en la cabeza y ya está.

- ¿Un doctor? - preguntó habituado a que el tono solemne de mi voz presagiara, como suele, eventos desagradables.

- No m´hijo, un cura, también van de blanco pero sin jeringas ni estetoscopios.

- ¿Puedo un huevito? (se refiere al huevito Kinder con sorpresa, clásico rehén de todas sus negociaciones).

- Es un trato.

Pero es una cosa cerrar el precio y otra muy distinta entrar al detalle del negocio, y porfiado como es dió toda la batalla que pudo. El interior de la iglesia era un escenario inédito y parece que valía la pena preguntarlo todo justo en el momento en que el protocolo aconseja callarse y dejar hacer al párroco. Miraba absorto los frisos del techo, las imágenes, los murales, tratando de reconocer alguna familiaridad en ellos:

- (a voz en cuello) Explícame, explícame! (porque él habla como los doblajes de Discovery Kids)

- Callate Tano

- Mirá (señalando un mural de Cristo apacentando un rebaño) ¡ovejas!

- Si, si, después me mostrás

Y el sacerdote que se acerca para hacer la señal de la Cruz en su frente, y Goyo que le dice

- Vos allá, con las ovejas

(y me cago en diez ¿por qué todo tiene que complicarse?)

Y un momento antes de la mojadura

- Pis, quiero pis

Y la salida urgente a buscar un árbol disponible y volver de raje. Y una vez adentro de nuevo



- ¿Puedo caramelos por favor papá?

- Cuando salimos te doy


Y ante la negativa su venganza preferida, tragó aire y soltó un eructo estentóreo cuyo eco perdurará en aquellos mármoles sagrados por mucho tiempo.


Pero finalmente cumplió su parte del trato, ni el más mínimo berrinche a la hora de poner el cuerpo.




Y Lolita una duquesa.




Aquí están, estos son, cristianos con chapa.