miércoles, 30 de diciembre de 2009

En algún punto del litoral atlántico ...

... estaré los próximos 15 días, de primera intención bronceándome bajo los dorados dedos del sol con los pies lamidos por las olas, la vista fija en el horizonte y una lata de cerveza en cada mano. Este cuadro, según mi propia experiencia, puede sufrir algunas contingencias pero en lo esencial mantiene su imperio; la cerveza no cambia aunque tenga que perseguirlo a Goyo por toda la playa. En fin, para constancia, esta casa permanecerá abierta aunque un poco desatendida.

Quería también contarles que pensé especialmente en ustedes al momento de brindar, pelo a pelo igual que en el resto de mis seres queridos, y espero que algunos - si no todos - los buenos deseos que de corazón me inspiraron les vayan llegando a lo largo de este año. Por orden estrictamente alfabético:

A Ashi que siempre que se tope con el río sea porque ella fué a su encuentro y no a la inversa.

A Dosto que gane el premio Pullitzer.

A Juan que venga por fin a su casa en mi casa que ya di vuelta el asado y tengo el vino descorchado y respirando (podés pasar por Monterrey antes).

A Julieta que sea convocada por el coro estable del teatro Colón y la lleven de gira por el mundo.

A Laura-E que se harte de comer panqueques y tomar cava sin engordar un solo gramo.

A Linda que pase pronto la tormenta sin pérdidas que lamentar.

A Luisa que sea este el año en que pueda volver a respirar Patria junto a todos los que ama.

A Lulú que se libere por fin del yugo esclavizante de ya saben quién.

A Martín que encuentre lo que busca y que sea bueno.

A Palita que apruebe con honores su tesis obteniendo el reconocimiento moral y monetario (si ha de faltar alguno que sea el primero) que merece por su esfuerzo.

A Sonieta que le crezcan ya saben qué, se le reduzca lo otro (que viene a ser el anverso), le desaparezca toda mancha de vellos impúdicos de la frente y su lavarropas se subordine a los mandos naturales (a fin de cuentas resultó un deseo más para su marido que para ella, y bue salió así).

A Trenaluna que le aparezcan otras vías donde volcar su pluma, más dignas de su talento (pero que no por eso desatienda las que ya tiene).

Y a toditos todos, la mejor de las fortunas en salud y rodeados de amor.

martes, 15 de diciembre de 2009

La letra A

¿Se acuerdan?

En el cielo no la hubo
en el mundo no se halló
Dios con ser Dios no la tuvo
pero a un Ángel Dios la dió


Un antiguo post de Luisa me vino al dedillo para sortear una conversación recurrente con Lolita:

- ¿Por qué yo nunca tengo plata?
- ¿Y para que querés si te compramos todo mamá y yo?
- Pero es que tengo mi monedero vacío y vos tenés billetes en tu billetera, yo quiero tener un billete de 100
- Mirá Lolita, uno gana plata con su trabajo o con su inteligencia, te voy a hacer una adivinanza y si me decís la respuesta yo te doy los $ 100.

Cuadra advertir sobre dos cuestiones; la primera es que el trabajo y la inteligencia aplicada como medio de procurarse emolumentos admiten - ambos - las variables legítima e ilegítima, quiero decir que para el chorro salir de caño es un laburo; la segunda es que la suma pretendida - aunque exigua en su poder adquisitivo - representa unos U$D 25 o 20 euros - compra sin embargo unas cuantas pelotudecitas si se tiene en cuenta el perfil consumista de una nena de 7 años. Con estas aclaraciones vamos al meollo del asunto.

Yo contaba con que ella tardaría en acertar siendo alumna de primer grado con apenas rudimentos de lectoescritura, pero no es chica de mancar al trote y siguió todos los caminos a su alcance. Empezó por indagar a los adultos que la rodean en casa, en la escuela, en la familia ampliada pero nadie sabía la respuesta. Le fallaron su madre, sus compañeritos, su maestra Caro, su profesora de catequesis, sus tíos, sus abuelos, Eva (bueno, es más fácil sacarle aceite a un ladrillo que Eva tenga un rapto de lucidez) y finalmente volvió a mí pidiendo más pistas que por supuesto no le dí porque ello colisionaba frontalmente con mi interés en conservar el billetote por más tiempo.

Pasaron los meses y un día me preguntó cómo es que vine a saber esa adivinanza y le dije la verdad - Luisa me la contó. La cosa quedó en el olvido y siguió y siguió ensayando respuestas, algunas de ellas muy imaginativas, si una virtud tiene es ser seguidora como perro de sulky.

Hace unos días, ya de noche con la casa en calma y los niños acostados, Luisa llamó y estuvimos hablando un buen rato hasta que Lolita pidió permiso para bajar a servirse jugo hecho lo cual se plantificó al lado mío y empezó a moscardear:

-¿Estás hablando con Luisa, no? ¿me pasás con ella un minuto que quiero saludarla?

El impass me venía bien porque quería servirme más cerveza y buscar los cigarrillos así que le pasé. Hablaron unos momentos, pero no ahí donde pudiera verla y escucharla, no señor, estiró el cable hasta entrar en la cochera, cerró la puerta divisoria y murmuró. Después volvió y chau Luisa muack, muack, te paso con papi. Apenas reanudamos la charla Luisa confesó que Lolita le había preguntado la respuesta y ella se la había dicho.

Así las cosas esperé que al día siguiente me asaltara con la primera luz reclamando su premio pero no; dejó pasar dos semanas para diluir toda sospecha posible de haberse valido de ayuda extracurricular. Bien turrita que se dice. Cuando le pareció prudente volvió a la carga:

- La respuesta es la letra A
- ¿Adivinaste vos solita?
- Te dije la respuesta quiero mis cien pesqui
- ¿Pero la adivinaste o te la dijeron?
- Vos dijiste que si te decía la respuesta me dabas los 100 pesos y yo te la dije.

He aquí un conflicto de derecho. Dispone el artículo 931 de nuestro código civil "Acción dolosa para conseguir la ejecución de un acto, es toda aserción de lo que es falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee con ese fin"; definición que efectivamente abarca todos los medios que se pueden emplear para engañar, de los cuales dicho sea de paso, Lola no dejó alguno en desuso. Retomando la condición habilitante ¿inteligencia y trabajo? sí que los hubo (y tanto), pero no legitimidad, lo cual me deja como padre (y como hombre al que le gusta estar detrás de su palabra y honrar sus compromisos) en un verdadero intríngulis.

¿Qué opinan, se ganó en buena ley los 100 pesqui?

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Sobre gatos, humanos y otros desastres naturales

Nuestra relación no empezó bien, ya es sabido, un poco por su costumbre de atestiguar con minucia nuestros eventos íntimos de toda intimidad (siempre ha sido discreta eso sí, no se ha sabido que hablara de ello jamás) con esos ojos redondos, inhóspitos y amarillos, otro poco, bueno simplemente porque es una gata y yo prefiero a los perros. Pero dadas las circunstancias de su antigüedad en el cargo, su genio más bien prescindente, su notoria habilidad para adaptarse y sus escasas pretensiones hemos aprendido a convivir sin reflexionar demasiado, ni ella ni yo, sobre la naturaleza del vínculo que nos une. Lleva en casa el tiempo suficiente para haber alcanzado la categoría de lo que las burocracias gubernamentales suelen llamar "un ser perfectamente institucional" y está allí desde antes, desde siempre, desde el principio.

La primera vez que discutimos el punto en debate fué el dominio del lecho matrimonial, el cual no estaba dispuesto a compartir más que con la Tana; pero ella dormía ahí desde antes e insistía con su felina perorata de derechos adquiridos: Prior in tempore potior in iure - era su postura inamovible. Cuando mis razones fueron sistemáticamente desestimadas se me ocurrió dejarla encerrada en la cocina por las noches y con eso dí por zanjada la disputa. Pero ella aprendió a abrir puertas (con una pericia de la que francamente nunca la creí capaz hasta verlo con mis propios ojos) y desde entonces duerme en mi cama (o en cualquier otra cama que se le antoje).

Siempre estaba ahí entre nosotros metida como liga de gorda y por el tiempo en que se aproximaba la llegada de Lola nos preguntábamos cómo reaccionaría ante la recién llegada, ¿sentirían celos los gatos? y lo que es más importante ¿obrarían en consecuencia?. Volvimos a hablar ella y yo, esta vez en el balcón: "¿Ves aquel patio doce pisos más abajo?, bueno, será lo último que veas si le hacés algo a Lolita". Y de nuevo la bicha supo exactamente qué hacer; la nena no llevaba un mes de nacida cuando la sorprendí sobre la cama reclinada sobre su cabecita acicalando a la bebé como si fuera un cachorro propio; te estoy observando - la amenacé, y ella me ignoró. Tiempo después, afirmándose en su designio, cazó un laucha vaya uno a saber dónde y la depositó justo al ladito de la cuna donde su nueva aliada dormía como ... bueno como un bebé justamente, y se salvó de ser ajusticiada porque un veterinario me explicó que, superada la repugnancia, ese felino gesto debe interpretarse como una ofrenda. Igual trato para Goyo, si una cosa tiene es ecuanimidad.

Está claro que le gustan los chicos, en eso coincidimos, pero a mí me gustan los perros y a ella no. Siempre he pensado que los perros y las vacas fueron reflexiones tardías del Creador, después que diseñó y puso en funciones a la primera pareja humana: la vaca para aliviar el trajín de la lactancia por el que suelen pasar las mujeres en algún momento, los chicos necesitan leche durante todo su crecimiento y así no hay teta que aguante, era de toda lógica crear para ellas una ayuda suplementaria; al perro en cambio lo hizo pensando en darle al hombre un compañero fiel que no le rompa las bolas, que encuentre divertidos sus eructos, que lo reciba siempre del mismo modo incluso cuando haya acariciado a otros perros, que lo cuide y de paso le ponga el hombro también a algún trabajo. Sabio el Barba, por algo está donde está.

Decía que en el asunto de los perros no hay consenso pero ocurre que ella, por causas ajenas a su voluntad, debe convivir y compartir territorio con cuatro monstruos en cuyas fauces cabe cómodamente alojado un gato adulto, y si bien esto le planteó alguna dificultad al comienzo, ella no es bicha de un sólo recurso y no tardó en encontrarle la vuelta. Si un observador desprevenido la ve hoy en día, abrirse paso horondamente entre tanta mole dientuda que se aparta casi con reverencia de su ruta, como pidiendo disculpas por haberse interpuesto en su camino, se preguntará seguramente cómo lo logró, cómo no teme que incluso sin intención de manducarla, sólo por jugar la dejen hecha jirones, si no individualmente al menos con el coraje anónimo que les da actuar en jauría. Pues bien, porque la primera vez que se topó con uno de ellos probó una táctica infalible - no exenta de cierto riesgo - que luego repitió exitosamente con todos los demás: apenas llegaron uno a uno siendo todavía cachorros (de 30 kilos pero cachorros) les dibujó un ta-te-ti en el morro con la zarpa. Basta una advertencia porque ellos crecen hasta pesar unos 70 kilos pero no toman razón de ese poderío, en sus memorias queda impresa la derrota, nunca olvidan a quien les sacó sangre y por eso no arriesgan la chance. Con el mismo principio operan los domadores de elefantes: sorprende ver tamañas moles sujetas por una anilla en su pata encadenada a una estaca metálica de 50 cm clavada en la tierra; ¿por qué no usan la fuerza que les sobra para liberarse de una prisión tan endeble? porque la primera vez que los ataron eran cachorros y no tenían esa fuerza, lo intentaron pero no pudieron y ahora no saben que pueden.

Volviendo al tema ¿sabés qué significa tener huevos para mí? eso, ser un gato y dominar entre 4 dogos de burdeos, ahí hay huevos y no pavada, qué digo huevos, ¡HUEBOS!, con b larga y con mayúsculas.

Esta es Jacinta, fea como culo de hombre y mal arriada como bolsa de vidrios, pero quién dirá que no se ganó lo suyo poniendo lo que hay que poner.


lunes, 2 de noviembre de 2009

Negocios son negocios

En lo personal dudo que estas cosas realmente ocurran pero el caso a continuación me fue contado como estrictamente verídico y en los mismos términos se los transmito.
Resulta que una mujer escribió a la sección de asesoría financiera del periódico especializado The Wall Street Journal pidiendo consejo sobre cómo conseguir un marido rico, lo cual es de por sí desopilante aunque menos, por cierto, que la respuesta que obtuvo.

CONSULTA:

“Soy una chica linda (maravillosamente linda) de 25 años. Estoy bien formada (buen cuerpo) y tengo clase. Quisiera casarme con alguien que gane como mínimo medio millón de dólares al año. Quizás las esposas de los que ganen esa suma me puedan dar algunos consejos. Estuve de novia con hombres que ganan entre 200 y 250 mi dólares al año, pero no puedo pasar de eso y 250 mil no me van a hacer vivir en el Central Park West. Conozco a una mujer, en mi clase de yoga, que se casó con un banquero y vive en Tribeca, y ella no es tan bonita como yo, ni es inteligente. Entonces, ¿qué es lo que ella hizo y yo no hice? ¿Cómo llego al nivel de ella? ¡Por favor necesito sus consejos!”
H.S.

RESPUESTA RECIBIDA:

“Leí su consulta con gran interés, pensé cuidadosamente en su caso e hice un análisis de la situación. Primeramente no estoy haciéndole perder tiempo, pues gano más de 500 mil por año. Aclarado esto, considero los hechos de la siguiente forma: lo que Usted ofrece, visto desde la perspectiva de un hombre como el que Usted busca, es simplemente un pésimo negocio. He aquí los por qué: dejando los rodeos de lado, lo que Usted propone es un simple negocio, Usted pone la belleza física y yo pongo el dinero. Propuesta clara, sin entrelíneas. Sin embargo existe un problema: con seguridad, su belleza va a decaer y un día va a terminar, y lo más probable es que mi dinero continúe creciendo. Así, en términos económicos Usted es un activo que sufre depreciación y yo soy un activo que rinde dividendos. Usted no sólo sufre depreciación, sino que como ésta es progresiva, aumenta siempre. Más aún, Usted tiene hoy 25 años y va a continuar siendo linda durante los próximos 5 a 10 años, pero siempre un poco menos cada año, y de repente si se compara con una foto de hoy, verá que ya estará envejecida. Esto quiere decir, que Usted está hoy en “alza”, en la época ideal de ser vendida, no de ser comprada. Usando lenguaje de Wall Street, quien la tiene hoy la debe de tener en “trading position” (posición para comercializar), y no en “buy and hold” (compre y retenga), que es para lo que Usted se ofrece. Por lo tanto, todavía en términos comerciales, el casamiento (que es un “buy and hold”) con Usted no es un buen negocio ni a mediano ni a largo plazo, pero alquilarla (leasing) puede ser un negocio razonable que podemos meditar y pretender. Pienso, que mediante certificación de cuán bien formada, con clase y maravillosamente linda es Usted, yo sea un probable futuro arrendatario de ese “activo” y en ese sentido le propongo que hagamos, lo que para estos casos es una práctica habitual: una prueba, o sea un “test drive” para validar el interés de concretar la operación. Puedo agendarla si Usted lo desea”.
Jack Paul H.

Qué sé yo, hay preguntas que es mejor no hacer ¿no?

martes, 20 de octubre de 2009

La moglie e´per parire

Eran tiempos auspiciosos. Nuestra relación se afianzaba y crecía, expandiendo - no por las mismas razones - nuestros respectivos vientres; el mío vaya uno a saber por qué, el de la Tana por efecto del embarazo cualitativamente más descomunal que se haya visto jamás. No hubo sobresaltos más allá del ocasional cartelito "enseguida vuelvo" (eufemismo equivalente a "momentáneamente cerrado por vómito") que pude haber encontrado alguna vez colgado en la puerta de la librería que abrimos unos meses antes y que ella atendía con sumo entusiasmo.

Esperaba para el 4 de marzo pero yo tenía la secreta esperanza de que Lolita naciera el 2, aniversario de mi natalicio, en merecido homenaje al autor de sus días, y si no por cortesía al menos por economía de festejos. En fin, ni cortés ni económica resultó.

Alguna idea traía ya de ajetreos maternales y puericultura después de mis dos primeros vástagos y confiado estaba en la asistencia de dichos saberes cuando fuera tiempo de emplearlos, que si para algo ha vivido uno es para no dejarse sorprender. Pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

A falta de noticias invité a mi cuñado "el Negro" a que viniera a casa la noche de mi cumpleaños y me asara un pacú bien ensillado como sólo saben los misioneros (de Misiones) y vino (de "venir" y del otro) , asó y venció y se nos hicieron las tantas de la madrugada brindando y hablando boludeces hasta que en cierto punto de aquel 03/03/03 la Tana se agarró la panza con las dos manos; no una agarradita de agarrar nomás, se agarró bien agarrada, agarrada como óxido de barco, y me llamó la atención. Y ni falta que hizo porque yo ya había notado el gesto.

- ¿qué tenés Tana?
- ¿además de un bebé?

Mieeeerrrrda, hay que llamar a alguien ya mismo, ¿dónde está el teléfono de Colasurdo y su puta madre?

Marqué frenéticamente y pasé al contestador donde dejé 350 mensajes inconsistentes. Empecé a cobrarle un odio irracional al obstetra del orto ese que apagaba el celular de madrugada ¿qué clase de médico se distrae de su sacerdocio por cuestiones tan prosaicas como dormir? y lo que es peor ¿ahora qué hago yo? porque algo tengo que hacer. Devolvió el llamado al rato largo y que todavía falta, que esto recién empieza, que una Buscapina cada 6 horas y nos vemos mañana a las 5 de la tarde en el consultorio, ¿a las 5, A LAS 5??? pero si faltaban como 12 horas. Y la Tana y sus ay y sus jadeos.

Llegamos temprano a la cita y en mi imaginación el galeno estaría esperándonos con la ambulancia en la puerta para trasladarnos hasta la clínica, pero fíjese que no. Nos atendió su sercretaria, levantando apenas la vista - tomen asiento, el doctor llega de un momento a otro -

(¿Cómo que llega de un momento a otro, dijimos a las 5 y son menos diez, qué hace que no está aquí???).

La Tana me veía transfigurarme ante cada quejido suyo pero me aguanté a lo macho para no ponerla más nerviosa, mientras repasaba una y otra vez la imagen mental de mi puño partiendo la jeta del medicucho ese no bien traspusiera la puerta.

En eso la Tana - andá a comprarme Buscapina que me la olvidé en casa y me duele mucho -

(¿¿¿¿Cómo que te la olvidaste me recontracago en diez, te lo recordé mil veces????)

Y salgo como una exhalación a encontrar una farmacia y la encuentro y compro y vuelvo y entro de nuevo para ver a la Tana sentadita sacando un comprimido del blister y metiéndoselo en la boca.

- ¿No te los habías dejado en casa?
- No, te mandé a comprar para sacarte de acá porque rompí bolsa y vos me ponés más nerviosa.

(¿¿¿¿¡¡¡Cómo que rompiste bolsa!!!???, ¿¿¿¡¡¡A qué hora viene este hijunagranputa!!!!???)

Y entró el facultativo estirado y prolijito con su guardapolvo impecable y dijo lo que todos ya sabíamos pero con el aplomo y la certeza que le da su paso por los claustros académicos.

- Si rompiste bolsa (y vos no sabés lo cerca que estuviste de que te rompa la ñata) hay que internarte ya, andá para la clínica y nos vemos allá, te va a esperar la partera para monitorearte.

Y llegamos y viene la partera y le enchufa el aparato y dice las dos únicas palabras capaces de empeorar mi estado de enajenación mental transitoria: sufrimiento fetal.

(Acá van a empezar a sufrir unos cuantos)

Y entonces me expresé: PERO DÓNDE SE METIÓ COLASURDO ME CAGO EN SU ALMA

- Aquí estoy - dijo lo más campante - vengo a llevarme a su mujer al quirófano. Y se la llevó.

Y me pregunta la partera - ¿trajo pañales?

- Ehh, lo qué?

- Pañales, en algunas clínicas no los proveen.

(¿¿¿¡¡¡Cómo que no los proveen, por qué no avisan carajo!!!???)

Otra vez al auto y a 300 por hora buscando una farmacia que encontré en el culo del mundo y vuelvo con el paquete y me ataja Dorita en el estacionamiento y - andá que ya está naciendo - y me tiro del auto en marcha y corro a la sala de partos y me dan a Lolita envuelta en paños y en gritos. Y tenía todos los deditos, y era rosadita y temblaba y memoricé cada rasgo para que no me la cambien y me la pide la nurse para ponerle un pañal ...

- ¿No era que no los proveían?
- ¿qué cosa?
- Deje, deje, debo haber entendido mal.

lunes, 5 de octubre de 2009

2001 - 2009

"...Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja..."



Julio Cortázar

(...) Nos dieron las diez hablando de atardeceres y de soledades y yo no podía dejar de mirarle la boca (...)



martes, 29 de septiembre de 2009

Hay lugares que se quedan con uno

Conozco bien mi país, he visto en vivo - y en ocasión de mi trabajo - todos esos lugares que muestran los operadores turísticos promocionando Argentina como destino para consumo de propios y foráneos, el problema es que los tengo muuuuyyy vistos. Y ese paisaje idílico con que tratan de seducirte - y que de cierto no te decepcionará - nunca será lo mismo, digamos, la quincuagésima vez que lo visites. No me estoy quejando, peor sería limpiar los baños de la cancha de Boca, pero un trabajo es un trabajo y por algo le dicen así. Pregúntenle a un ginecólogo - que labura en el mejor de los mundos - si le dura el entusiasmo de la primera incursión.

El caso es que se cambia de perspectiva cuando ya se ha grabado la belleza en las retinas una y otra vez y así es, por ejemplo, como uno empieza a encontrar más divertido sentarse a observar a las chicas que vuelven del balcón de Garganta del Diablo en Cataratas del Iguazú con sus remeras empapadas y ceñidas por la nube de agua que contemplar la majestuosidad de esa caída espectacular (hablo del salto off course). O mirando el glaciar Perito Moreno se pone a calcular el riesgo de morir en la pasarela ensartado por una astilla de hielo milenario catapultada a la velocidad de una bala durante algún desprendimiento, no se rian ha ocurrido, no es imaginación es estadística. O simplemente termina sin poder identificar a qué lugar preciso corresponde determinada imagen mental de un lago, de una montaña, de un atardecer, de un cielo límpido o cualquier combinación posible de todas ellas.

Pero hay también lugares que se quedan con uno, a los que siempre se vuelve con el mismo gusto y justifican sobradamente hacer en 3 días el trabajo de 4 para rapiñarle al yugo un rato y dedicarlo a mirar sin cansarse de ver.

Seas de aquí o de allá, no pases de estos pagos sin conocer ...


viernes, 18 de septiembre de 2009

El Asturiano

Me tomé unas cuantas molestias para traerte hasta aquí, por no hablar de las fatigas que dicha empresa causó también a otros a ambos lados del océano, te puse un nombre altisonante - Hugonote (Hugo para los íntimos) - que se aviniera al propósito de designar al ejemplar fundante de una larga dinastía de centinelas formidables y hoy me pregunto cómo llegarás a serlo algún día si te pasás la vida mariconeando.

En fin, al decir de Juan, parece que de nuevo el destino y yo hicimos planes bien distintos.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Amigos

El nunca le ha hecho daño a nadie ni ha tenido una sola vez alguna actitud agresiva, es seguro de sí y por lo mismo le vienen sobrando las manifestaciones de poder con que suelen aturdir los que no lo son. Claro que no por eso uno baja la guardia, su carácter apacible no anula la enorme potencialidad ofensiva con que vino dotado de fábrica, conviene no correr riesgos a menos que se esté dispuesto a rascar el propio culo con un garfio de por vida, pero entiéndase bien: hablo de respeto, no de desconfianza. Con todos nosotros es afectuoso y se atiene escrupulosamente a la línea de mando pero tiene su favorita y bien se le nota.

Cuando están juntos (y sólo entonces) él echa las orejas hacia atrás y pone esa mirada seca, vigorosa y desafiante, como preguntando ¿a qué no hay huevos para hacerle algo malo a Lolita delante mío?

¿Ven lo que digo?

martes, 1 de septiembre de 2009

Esplenden

Una teoría mía - de mi entera creación - predica que todo hijo de vecino posee en sí mismo y como cualidad innata una lumbre interior, como un cierto brillo digamos. A algunos se les nota más que a otros, o sólo por momentos, o sólo una vez en la vida, o a diferentes intensidades y hay incluso quienes, como el horno de carbón, tienen el fuego tapado. Pero hay también personas que esplenden y son por supuesto las menos abundantes; simplemente esplenden, no es algo que se propongan (a veces hasta ignoran su propia condición) ni que hayan adquirido con el tiempo, es algo que les pasa, así de simple. Y eso no las hace mejores ni peores por la misma razón que aplica a cualquier otra característica que uno traiga de cuna: no hicieron mérito ni demérito para ser como son, nada más nacieron así. De hecho han existido y existirán seres nobles hasta el sacrificio, paladines conocidos, héroes anónimos, gente que ha puesto la vida detrás de un compromiso, grandes hombres y mujeres que dejaron monumentos tras de sí y que hicieron o hacen del mundo un lugar mejor con su lucha silenciosa y cotidiana, pero, sin embargon no esplenden. No hablo de prodigios, hablo de personas que simplemente esplenden, no sé si me explico.

Una cosa puedo decirte, si has conocido a alguno de ellos nunca lo olvidarás. Son esos seres que nos atraen naturalmente (porque a todos nos gusta la luz), que miramos y vemos y volvemos a mirar, aquellos cuya compañía se siente confortable aunque no los conozcamos, aunque ni siquiera nos dirijan la palabra, los que nos inspiran confianza sin razón aparente y de quienes, ni remotamente, esperaríamos algo malo. Y así como uno los ve los demás también los ven. No hablo de carisma, es otra cosa, no sé si queda claro.

¿Te ha pasado de hablar con un extraño y contarle cosas que guardás bajo siete sellos? ¿Alguna vez cediste tu turno en la fila del banco para que te atienda determinado/a empleado/a? ¿Te has sentido en la libertad de llorar frente a alguien con quien no te une ningún lazo? Ves, de eso te hablo, si no lo captás es porque estás mirando otro canal.

Puede ser cualquiera, una abuela por ejemplo que detuvo la carrera enloquecida de un doberman entrenado ofreciéndole un caramelo y que en un sólo momento lo puso panza arriba haciendo arrumacos como un cachorrito ante los ojos desorbitados de su dueño (el dueño del perro, no de la abuela, prestá atención). O una médica residente que contuvo el duelo de tu pérdida no a falta de alguien más sino haciendo suyo un dolor que era tuyo. O una mujer capaz de conectarse con la angustia ajena de tal modo que la agente de policía que patrulla la calle del negocio donde trabaja le desnudó sus penurias a lágrima encendida y otra perfecta extraña que vive enfrente le confíó las llaves de su casa sin conocerla (a la mujer luminosa no a su propia casa ya que vive ahí; ¿ves que estás en otra?), basada únicamente en la intuición. O una empleada de la obra social que tiene algo en la mirada que te asegura que realmente está para ayudarte. O una niña que sonríe con una sonrisa de un millón de dólares cuya sola contemplación te hace sentir tontamente alegre.

¿Me vas entendiendo? Bueno, no importa, de todas formas mirá con cuidado que en cualquier momento te cruzás con alguno/a.

lunes, 24 de agosto de 2009

De vez en cuando la vida

A ver cómo pongo un poco de orden a los recuerdos que se me vienen en malón, cada uno de ellos reclamando el primer puesto en orden de importancia, a ver cómo les saco la dimensión épica que les da la memoria para que sólo quede la emoción pura, tal como la viví. ¿Han notado que cuando uno es feliz no es consciente de serlo hasta después de evocar el momento? la Tana dice que eso es porque el hombre (no como categoría genéricamente comprensiva de la raza humana sino en la acepción restringida al macho de dicha especie) no puede hacer dos cosas al mismo tiempo. Vaya uno a saber.

Vamos por partes dijo Jack el destripador.

Algo se ha dicho ya de periplos, abrazos, risas, delicias y bebidas, lo que quiero contar es otra cosa, lo que tengo metido aquí (algún punto a medio camino entre la garganta y el esófago) son los detalles y si no los cuento exploto.

La modesta espera de cuatro horas en el aeropuerto (y digo modesta porque todos los que viajamos por la aerolínea de bandera sabemos que a la hora de ser impuntual puede hacerlo mucho mejor) que soportó la familia en pleno sentada en una escalera es, en sí misma, un detalle de consideración estoica, lo que acaso no se sepa es que viajaron unos 1000 km desde Jaén a Madrid y vuelta en un día (como de Buenos Aires a Mar del Plata con boleto redondo) para buscarme, y que pese a eso no hubo un sólo atisbo de fastidio en aquellos abrazos descomunales, en aquellas caras genuinamente alegres. ¿Saben? cuando viajo por trabajo también me esperan y hasta me reciben cordialmente pero les aseguro que no se alegran de verme (bueno nadie en sus cabales se alegra de ver a un auditor), la diferencia es un abismo.

Llegamos casi con la noche encima y la casa se me brindó de tal manera que se precisa ser un iluminado para advertir, si la hay, alguna diferencia con la comodidad y el bienestar del hogar propio. Por lo pronto (no tendré la práctica pero la teoría en materia gastronómica sí la conozco bien) el pulpito a la gallega que cenamos (que dicho sea de paso está entre los 3 o 4 platos que más me gustan) no es algo que uno pueda dejar preparado, debe hacerse en el momento (claro, en el momento que deja encaminar la casa, atender chicos, disponer todo y beber una cerveza conmigo) y qué bueno estaba.

A la mañana siguiente Juan me muestra el itinerario de mi viaje, unas 6 hojas A4 prolijamente redactadas, que incluían lugares de visita, tiempos de traslados, tascas a ser visitadas y qué debía pedirse en cada una, en fin una planificación exhaustiva que cumplimos en buen grado aunque no, por cierto, en la medida de su expectativa.

A excepción de Granada (donde sólo fuimos Juan y yo) el resto de los paseos los hicimos en alegre montón. Imaginen la gracia que le puede hacer a 4 chicos visitar durante sus vacaciones de verano la mezquita de Córdoba y sin embargo tan compuestos, tan amables, tan cariñosos. Hemos hecho juntos, en total, más de 2.500 km en auto y en todo ese tiempo ni una sola queja, ni un sólo berrinche, ni una sola pelea; no conozco el llanto de Daniela. A estas alturas tengo hechas algunas teorías conspirativas, para mí que son chicos encargados por catálogo y deben haber costado una fortuna.

Luisa es una mujer sorprendente, tuvo razón 3 veces en sólo 7 días: nos dijo que el equipaje no iba bien amañado sobre el techo de la camioneta y el extraño caso de las valijas voladoras confirmó su postura, dijo también que la casa de Asturias estaba bien para el uso que le daríamos y así fué, mejor que bien, y por último me advirtió que 100° C era poca temperatura para asar semejante cantidad de carne; de no haberle hecho caso todavía estaría cocinándose ese cordero. Y hay que verla arriando tropa, qué voz de mando, qué determinación, cuántos generales han pasado a la historia con mucho menos.

Y qué decir de mi amigo Juan, ese pequeño gran hombre. Alguien dijo alguna vez que toda organización funciona tan bien como la cabeza que la dirige y es tan fuerte como su eslabón más débil; en esa familia hay cerebro y músculo pero sobre todo corazón, si algo explica el bienestar que se respira más allá de las atenciones que a mí me dispensaron es la devoción que se tienen entre ellos. Realmente da gusto.

Este viaje fué un regalo hermoso, una de esas cosas entrañables que pasan porque sí y que descuentan con holgura esos otros momentos en que uno mira al Cielo preguntándose por qué tiene que pasarle lo que le pasa.

Nos volveremos a ver.

sábado, 15 de agosto de 2009

Jaén y sus alrededores

Tengo unos minutos de puro milagro y quiero compartir con ustedes esta alegría que no me cabe en el cuerpo. Y es que mis españoles (e hispano-mexicana) realmente le ponen empeño a esto de hacerme bienvenido, a estas alturas sé bien lo que sienten esos dignatarios y magistrados que son recibidos a donde llegan por comitivas numerosas y llevados en confortables camionetas negras a unos comodísimos aposentos con gente desvivida por brindarse, pero a diferencia de ellos lo que aquí hay es cariño (cariño puro y duro diría Juan), no protocolo. Para no abundar en detalles que no vienen al caso (hay cosas tan valiosas que uno simplemente las guarda para sí, a modo de ejemplo sólo mencionaré que Daniela le preguntó a Anilú "¿Dime Anilú, te ha gustado mi Pablo?") es que recurro a la exactitud fría aunque ilustrativa de las estadísticas; en lo que llevo aquí (llegué el martes) he conocido:

1. Jaén, su catedral, su castillo (sí, ese dónde Juan le pidió la mano a Luisa, incluso conozco el sitio exacto y les cuento que la chica tenía razón para temer), sus baños árabes, su seminario, sus parques y unos, digamos, 17 bares y bodegones (tascas que les dicen).

2. Los alrededores de Jaén; a saber: a) Granada con su Albayzin, su fastuosa Catedral (hecha la reserva legal de que su par de Jaén no tiene nada que envidiarle) su mirador de San Nicolás, y su Alhambra (todita ella, el palacio de Carlos V, los palacios Nazaries, los jardines - palabra en este caso usada sólo en un sentido puramente indicativo y a falta de acepción que mejor describa ese prodigio, el Generalife, las escaleras de agua y la Alcazaba, en fin unos 20 kilómetros de caminata y asombro sostenidos), su Cartuja, una maravilla realmente conmovedora que no olvidaré mientras viva y la notable peculiaridad de poseer una calle con la mayor concentración de Tascas del sur de España (creo haberle entendido a Juan que en su juventud conoció dos o tres de ellas); y b) Córdoba y su Mezquita que es también Catedral, su muralla, su puente romano, su barrio judío, sus gitanos y sus callejuelas donde no cabe un cristiano a caballo.

3. Unas 20 variedades de tapas, muchas de ellas de campeonato (magré de pato, salmorejo, boquerones fritos, morcilla de caldera, flamenquines, tortilla - no una convencional, una tan alta como pa´caminar por adentro - y esas anchoítas y esos quesos añejos y por supuesto la combinación de ambos), unas cuantas cervezas bien seriecitas, unos vinos que no se avergüenzan ante ninguno, y el jerez, el bendito jerez. Aquí algunos ejemplos




Mañana enfilamos en alegre caravana hacia el norte, queda mucho por ver y compartir. Sólo una cosa me falta aquí

lunes, 10 de agosto de 2009

Check list

Vamos a ver,

1) camisas livianas, remeras y bermudas (es que hace un calor de 30.000 pares de pelotas según me dicen) - ya está

2) un saquito por si refresca (consejo de Ashi) - ya está

3) sombrerero (para ocultar cabezas decapitadas) - ya está

4) los encargos de terceros (mas bien terceras) - ya están

5) el vino (digo el vino pa´empezar que no será el único) - ya está

6) el pasaporte actual (la Tana me hizo revisar 34 veces para no llevarme el que está vencido) - ya está

En fin, vamos bien, sólo falta encontrar lugar para toda esta alegría.

miércoles, 22 de julio de 2009

Cristianos con chapa

Es un hecho de la naturaleza que a Goyo no le gustan los imprevistos, de modo que cuando un hecho futuro y previsible amenaza con alterar sus esquemas conviene notificarlo con bastante antelación. Me puse serio y con gesto de "prestame atención que esto es importante":

- Mirá Tano, este domingo te vamos a bautizar, vamos a ir al "castillo de la princesa" (así llama él a la iglesia de San Fernando) ...



... y un cura te va a tirar agüita en la cabeza y ya está.

- ¿Un doctor? - preguntó habituado a que el tono solemne de mi voz presagiara, como suele, eventos desagradables.

- No m´hijo, un cura, también van de blanco pero sin jeringas ni estetoscopios.

- ¿Puedo un huevito? (se refiere al huevito Kinder con sorpresa, clásico rehén de todas sus negociaciones).

- Es un trato.

Pero es una cosa cerrar el precio y otra muy distinta entrar al detalle del negocio, y porfiado como es dió toda la batalla que pudo. El interior de la iglesia era un escenario inédito y parece que valía la pena preguntarlo todo justo en el momento en que el protocolo aconseja callarse y dejar hacer al párroco. Miraba absorto los frisos del techo, las imágenes, los murales, tratando de reconocer alguna familiaridad en ellos:

- (a voz en cuello) Explícame, explícame! (porque él habla como los doblajes de Discovery Kids)

- Callate Tano

- Mirá (señalando un mural de Cristo apacentando un rebaño) ¡ovejas!

- Si, si, después me mostrás

Y el sacerdote que se acerca para hacer la señal de la Cruz en su frente, y Goyo que le dice

- Vos allá, con las ovejas

(y me cago en diez ¿por qué todo tiene que complicarse?)

Y un momento antes de la mojadura

- Pis, quiero pis

Y la salida urgente a buscar un árbol disponible y volver de raje. Y una vez adentro de nuevo



- ¿Puedo caramelos por favor papá?

- Cuando salimos te doy


Y ante la negativa su venganza preferida, tragó aire y soltó un eructo estentóreo cuyo eco perdurará en aquellos mármoles sagrados por mucho tiempo.


Pero finalmente cumplió su parte del trato, ni el más mínimo berrinche a la hora de poner el cuerpo.




Y Lolita una duquesa.




Aquí están, estos son, cristianos con chapa.


martes, 23 de junio de 2009

Enigma

Demasiado silencio en la casa, en qué andarán esos dos.

- ¿Qué estás haciendo Lolita?
- Estoy dibujando a Dios
- Nadie sabe como es Dios m´hija
- En un momento lo vas a saber
- (Caramba)

Por razones obvias, emparentadas de un lado con mi ineptitud para hacer frente a eventuales cuestionamientos por uso indebido de la propiedad intelectual (vengan de Dios o de Lola) y de otro con mantener una sana incertidumbre en el ecumenismo, el retrato en cuestión no será publicado.

Pero salió bien lindo.

lunes, 8 de junio de 2009

Ansiedad

No es que no me traiga al trote la cálida idea de poner por fin en las retinas los rostros y en los tímpanos las voces de esas presencias conocidas y queridas. Tampoco (que bien lo vale) el evento de visitar la tierra donde se encuentran hundidas mis raíces y dejarme sorprender por sus maravillas, ni la expectativa puesta en hacer finalmente lo que iba a hacer.

Lo que realmente me tiene a mal traer es la imagen persistente de cierto jerez que lleva 50 años asumiendo los descriptores del roble que lo contiene. Puta madre! no puedo dejar de pensar en eso.

miércoles, 22 de abril de 2009

De verdades incómodas y otros desastres naturales

Voy a recoger el guante que tiró Pal, pero sabido como es mi escasísimo fervor por la verdad y sus predicadores conviene dejar aclarado de antemano que tal vez me equivoco de medio a medio y no estoy dispuesto a morir por mis ideas.

Salvo más elevado criterio creo que en ningún ámbito resulta adecuado revelar exhaustivamente aquello que pertenece al fuero de la conciencia, al dominio de la íntima convicción, ni en aras de la sinceridad, ni del amor, ni de la amistad, ni del rigor profesional ni nadita na. Y no es por no haber probado otra cosa; será que no nací curioso ni enderezador de vidas ajenas.

Mi trabajo consiste sustancialmente en comparar el "deber ser" (la norma, el estándar) con el "ser" (la realidad), medir y documentar el desvío, recomendar soluciones pragmáticas e informar lo observado. La mejor opinión de un auditor es el silencio; si nada dice es que no hay nada que criticar. Recuerdo que al asumir como Presidente del Organismo para el que trabajo, mi actual jefe (donde manda capitán no manda marinero) me propuso un esquema de comunicación signado por la honestidad brutal:

"No tengas contemplaciones, hablá claro y sin anestesia" - dijo. Pero a poco de andar cambió de idea: "¿vos nunca ves el lado positivo?" - no, para eso están las abuelitas - "me estás llenando de observaciones" - y, en eso básicamente consiste lo que hago - y la afamada proclama de los funcionarios políticos (patente argentina): "no me pongas palos en la rueda". Quevacér.

En el orden de las relaciones humanas tampoco paga andar contestando lo que nadie pregunta y soltando verdades de a puño con fundamento en la bondad de las razones que se crea tener, cualesquiera sean. Casi nunca termina bien y en todo caso no cambia el hecho de que moriremos sabiendo mucho más por lo que intuímos que por lo que averiguamos.

Podría decirse que el criterio que postulo no está exento de interés personal habida cuenta que se acomoda a las mil maravillas a mi naturaleza de perfecta medianía con igual (incluso idéntico) número de éxitos y de fracasos en todos los aspectos de la vida. Pero realmente pienso así.

Nunca se me ocurriría preguntar ¿qué pensás de mí? o ¿soy lo bastante bueno? o ¿cómo me sale el asado? o ¿creés que soy un tigre en la cama? o ¿me querés? o ¿sos mi amigo?; no señor, hay modos más efectivos de enterarse y también de engañar las expectativas fallidas si se diera la ocasión. Mi táctica consiste en darlo por sentado hasta tanto sea terminantemente refutado por los hechos. No necesito el clásico "un aplauso para el asador" me basta contemplar esa obra de arte de mi creación y preguntarme en voz alta por qué será que nunca me sale bien para que los comensales se deshagan en halagos (la Tana dice que siempre me adelanto por un segundo a lo que tan justo estaba por decirme).

Y tampoco entro al conocimiento y dictamen de cuestiones que cualquier espejo resolvería mejor que yo. No me vengan con que si se les nota el ojo de vidrio o si les queda esa pilcha o si los noto excedidos de peso.

¿No creés que el mundo tiene demasiadas palabras (verdaderas y de las otras)? la vida, el amor, el compromiso, la lealtad, la eficiencia y otras visicitudes que realmente importan se expresan con elocuencia contundente sin necesidad de recurrir a ellas.

¿Sabes de algún muerto al que le hayan negado el certificado de defunción por no declarar su condición de tal?

Leí por ahí (o la Tana me contó) que Borges (Jorge Luis) decía que en el idioma de los esquimales hay más de 200 voces para referirse al hielo pero en todo el Corán no se menciona ni una sola vez la palabra camello. ¿Qué cosas no?

Ahora sí ya pueden criticarme.

viernes, 17 de abril de 2009

Celestina

Hace 15 días:

Lolita parada en su banquito de madera con el libro de cuentos abierto a modo de biblia en una mano y un par de galletitas en la otra para atraer la atención de los contrayentes, declaró marido y mujer a mis perros.

Hace una semana:

Lola: ¿Papá y vos no están casados, no?
Tana: Nop
Lola: ¿Pero es como si estuvieran?
Tana: Sip
Lola: Pero no están
Tana: Nop

Anoche:

Lola (en tono confidente): ¿Papá nunca te dijo de casarse ustedes dos?
Tana: Pero yo quiero que Papá me alce y me entre en brazos, si no nada
Lola: Porque ahora viene el cumpleaños de Goyo
Tana: ¿Y?
Lola: Y que podemos festejar nuestro bautismo, el casamiento de ustedes y el cumple de Goyo, todo junto
Tana: (cri-cri, cri-cri, cri-cri - sonido de grillos en la noche)

Vergüenza debiera darnos, tan flojitos de papeles y en casa de un auditor.

miércoles, 1 de abril de 2009

Crónica de una muerte anunciada

Mark y yo llegamos a odiar visceralmente a Mónica Juknat, hasta donde un chico de 6 años sea capaz de odiar. Se lo ganó en buena ley y sólo le tomó el año que se tarda en pasar a segundo grado.

En su favor puedo decir que tal vez no era la peor de todas, de hecho Frau Müller, la de tercero, impresionaba (con toda justicia) como la hija bastarda de Hitler y la Yiya Murano, pero la Juknat - bien cretina graciadió - era la maestra que nos había tocado en carne propia y en suerte, mala suerte donde la hubiera. Como marco de referencia vale aclarar que el concepto "derechos del niño" no formaba parte de la currícula obligatoria del magisterio hace casi 40 años, pero tanto da que lo fuera, porque pocas chances habría tenido una maestra instruída en derechos humanos de ser empleada en el colegio alemán al que mis padres me mandaban.

A Mark y a mí nos unía el espanto, ambos teníamos en común cierto talento innato para provocar su ira por mucho que nos empeñáramos en pasar inadvertidos. Para empezar llegábamos tarde a clase y ella lo tomaba como una afrenta personal deliberadamente enderezada a menoscabar su autoridad docente y para continuar sus clases nos embolaban en grado sumo al punto de hacerse evidente. Realmente no me molestaba la cotidiana referencia a mi persona como "la manzana podrida de la clase" (en ingeniosa y originalísima alusión a mi apellido) tanto como sus gritos destemplados y su afición a zamarrearme de los hombros. En fin, una bruja pérfida peor que la de Hansel y Gretel.

Una tarde Mark me confesó su secreto deseo de asesinarla y me pareció bien, una idea de indiscutible lógica, una empresa digna de concitar la mayor mancomunación de voluntades y esfuerzo, decididamente una misión de vida. Había cabos sueltos en su plan, hay que decirlo, pero era una propuesta tan encantadora, tan movilizadora, tan perfecta en sí misma que cualquier objeción le quedaba chica. Él se puso a trabajar en el método de extermino, yo revisaba sus ocurrencias y pulía los detalles.

Esperaba con ansia el recreo de las tres para enterarme del modo (cuanto más letal, insidioso y cruento, mejor) en que nuestra archienemiga dejaría el mundo de los vivos.

- Inventé una píldora venenosa que cuando la tome se muere - me decía Mark

(Ahh, ya podía verla ahogándose en espuma una vez que tragara la cápsula de antibiótico que Mark había vaciado reemplazando su contenido por jabón en polvo)

- ¿Y cómo haremos para que la tome? - contestaba yo rogando que hubiera pensado en ese pormenor.
- Bueno, si eso no funciona tengo esta jeringa (y la tenía porque su padre era médico) la llenamos de kerosén, se la inyectamos y se muere - replicaba Mark
- ¿Y no se dará cuenta? - dudaba yo.

No terminábamos de redondear los aspectos incidentales de aquel homicidio justiciero pese a que la indudable repercusión benéfica del evento (sobre todo para nosotros) nos tenía concentrados y laboriosos como hormigas.

(¡¡¡HORMIIIGAAAS!!!, CÓMO NO SE ME OCURRIÓ)

- Lo tengo Mark, juntamos muchas hormigas, las ponemos en su silla, se le meten por el culo y la devoran por dentro hasta dejar sólo los huesos pelados, lo ví en la película "Marabunta" - le dije eufórico.

Mark sonreía con alegría genuina, exhultante como quien ganó la lotería. Parece que él también había visto la película en Matiné como en el cine de canal 11 el sábado anterior.

- Empezamos a juntar en el próximo recreo - me dijo.

Y eso hicimos. Compramos una bolsita de palitos salados y la comimos en un instante a fin de disponer de un recipiente que contuviera a nuestras silenciosas y letales cómplices. El recreo no alcanzó más que para reunir 6 o 7 de ellas pero estábamos muy entusiasmados, el plan cobraba forma con la ventaja adicional de la impunidad; al fin y al cabo se la comerían las hormigas, ellas solitas y por su propia cuenta. Guardé la bolsita bien cerrada bajo la tapa de mi pupitre junto al resto de los útiles y me puse a imaginar la escena de la masacre.

Mark estaba que se salía de la vaina, murmurador, inquieto, no paraba de reirse hasta que llamó la atención de la Juknat quien a los gritos pelados lo reconvino por su comportamiento con saña tenaz.

- ¡Sígame gritando - dijo Mark - sígame gritando nomás, ya va a ver cuando Manzano (o sea yo) le ponga las hormigas que juntamos en el culo!

(Juro que en ese momento, la magnitud de la calamidad que se cernía sobre mí me impedía discernir si lo que estaba oyendo salía de la boca de Mark o de mi imaginación. Era como si le estuviera pasando a otro alumno lo bastante pelotudo como para intentar amasijar a la maestra y ser puesto en evidencia por su propio secuaz).

- ¿Manzano va a hacer qué cosa? - dijo la Juknat mientras levantaba la tapa de mi pupitre para descubrir la bolsita de las hormigas, a esta altura achicharradas por la sal y el encierro.

Nos echó del aula a ambos y pude observarla mientras escribía en mi cuaderno de clases una mala nota dividida en libros, partes, capítulos, secciones y artículos, con expresa citación de ambos dos progenitores de uno bajo pena de impedirme el ingreso a la escuela al día siguiente.

Fué la crónica de una muerte anunciada, la mía por supuesto, cuando llegué a casa me pegaron hasta los vecinos.

lunes, 30 de marzo de 2009

Mis lavandas

Miren nada más qué lindas se ponen en esta época del año.

jueves, 12 de marzo de 2009

¿Qué es lo peor que has hecho en tu vida?

En general todos nos creemos buena gente en el balance final de la retrospectiva, es bastante improbable que alguien tenga una opinión en absoluto réproba de sí mismo y venimos de fábrica con el chip de la autoindulgencia ya instalado. Pero ¿a que vos también tenés algún agujero en el disfraz, a que alguna vez hiciste algo de lo que no hablarías ni con tu madre, y a que disfrutaste de ese rapto de maldad insolente como dice el tango?

Yo te cuento y vos también contame.

Fué durante un verano de adolescencia en que papá decidió que no habría vacaciones ese año. Su plan era utilizar el excedente financiero para hacer algunas reformas en la casa y todo el mundo a poner el hombro en la medida de sus posibilidades. Si uno se pone a pensar, el quilombo (y una obra por pequeña que sea siempre trae quilombo) considerado en si mismo, es tan buen programa como cualquier otro para muchachos de esa edad. Nos plegamos con gusto a la iniciativa paterna, todos menos mamá. En fin ya está dicho que no hay sistema sin perdedores.

Papá era de la idea de concentrar el máximo de recursos disponible en asegurar la calidad de los materiales pero su presupuesto (por aquello de que los bienes en sentido económico son siempre escasos y las necesidades infinitas) acusó iliquidez a la hora de contratar mano de obra. Alcanzó para el Negro, un albañil que llegó a vivir en casa, trabajando por techo, comida y dos mangos con cincuenta. Era un muchacho provinciano, poco mayor que nosotros cuyo coeficiente de palabras dichas/unidad de tiempo arrojaba una ratio negativa. Serio, circunspecto, prolijo, dedicado y fundamentalmente callado.

Nosotros no, fijate vos, mi hermano mayor y yo parecíamos cerdos retozando a los alaridos limpios entre escombros, mazazos y pelotones de arena que nos tirábamos a quemarropa.

La tarde en cuestión picábamos ladrillos y baldosas rotas para hacer el contrapiso del patio mientras el Negro soldaba unos caños que iban embutidos bajo la carpeta. En cierto momento Quique (mi hermano mayor) dejó por un rato la faena para ir a preparar unos mates y fué entonces cuando se me ocurrió la ideota (la idea bien grandota) y de sólo pensar en ella se me hacía imposible contener el acceso de risa.

Uniendo la acción al pensamiento, agarré la cucharita de la azucarera con un broche de madera, la calenté con el soplete hasta que se puso gris y volví a ponerla en su sitio cuidando de cubrir los rastros de azúcar quemada alrededor del cráter que se formó en la superficie blanca.

- No hagai eso Pablo - dijo el Negro en un esfuerzo comunicativo sin precedentes.
- No pasa nada, Negro, es una jodita - (me estoy cagando de risa mientras escribo).

Quique regresó con la pava y el mate, se sentó en el suelo con la yerbera/azucarera entre las piernas y agarró la cucharita. Tardó por lo menos un segundo en darse cuenta de lo que estaba pasando, tiempo durante el cual se escuchó un sonido como de tira de asado que están poniendo sobre la parrilla bien a punto, ahogado luego por el grito más atroz que hombre alguno haya oído alguna vez. Y lanzó al aire el instrumento de su tormento, el cual, esperamos, vuelva a caer a tierra uno de estos días.

La cara de Quique era una máscara hecha de dolor e interrogación puros mientras contemplaba como su mano derecha adquiría el aspecto de una ristra de morcillas vascas. Sólo entonces, recuerdo haber pensado que a lo mejor me fuí al carajo con la bromita; hecho del que tuve cabal comprensión cuando el damnificado me llenó la cara de sopapos y más tarde el viejo (la puta quemadura se puso peor al rato) el culo de patadas. Bueno, París bien vale una misa, dicen los que saben.

Leí el otro día que hay miles de toneladas de chatarra espacial orbitando alrededor de la Tierra; una de ellas, querido lector, es una cucharita, doy fe que está allí desde 1980.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Ashi

Uno hace cosas estúpidas por los amigos, y Tango (el de la foto supra) es mi amigo. Cada primavera sufro viéndolo peinar a contrapelo a Fierita (una perrita mezcla de "vulgar" con "de la calle") sin la más mínima oportunidad de concretar, y llevo un tiempo pensando en remediar eso. Nada es fácil ni viene dado, esto tampoco.

Me asesoré con los que saben; que hay que entrenarlo (se almorzaría al entrenador), que hay que exponerlo (lo siento viejo, hasta aquí llegó mi amor, no tengo presencia de ánimo ni tiempo para esas mariconadas), que no se cuántas cosas más, y todo para que el pobre cristiano le vea la cara a Dios. Vamos mal, estamos meando fuera del tarro, los grandes problemas tienen grandes soluciones: qué exposiciones ni qué mierda, lo que necesita es una hembra en edad de merecer.


En este punto talló la Tana; que no puede ser una perra adulta porque en esta casa viven (y desfilan) niños (propios y ajenos) a los que debe acostumbrarse, que los dogos adultos traen mañas, que es mejor una cachorra que se amolde a nosotros y que Tango espere un poco más.


<¿Por qué no te vas a cagar Tana?> juraría que le oí decir a mi perro.


En fin, busqué, hallé, desembolsé y compré. Esta es Ashima (Ashi para los íntimos), cumplió seis meses, llegó el sábado y tiene los días contados. Unos 240 días más o menos.



Pregunta Lola cómo sabremos cuando ella y Tango tengan la "romancia" (derivación insospechada y de significado incierto del sustantivo romance); muy sencillo - le digo - cuando aparezcan los cachorritos.

Por cierto Ashi, vos creyéndote la única y eras apenas una de ellas.

N. del A.: Le conservamos el nombre que traía para no sumarle otro factor de estrés.

martes, 10 de febrero de 2009

Todo hombre debe tener una mula y una vieja, la mula que no sea tan vieja y la vieja que no sea tan mula

El simpático letrero pintado en la pared del restaurante bastó para predisponer la velada en el orden correcto, el final de un día con cumbres y valles, como todos, pero bien distinto.
Empezó con la propuesta de Eva de llevarse a los chicos a dormir a su casa (no por nada le soporto sus deplorables aptitudes culinarias) y siguió con una ocurrencia sencilla pero novedosa: ya que estamos solos como novietes esta noche salgamos de lo común.

- ¿Qué y por dónde? preguntó la Tana, habitualmente desconfiada de mis raptos de inspiración.
- Nada de eso mujer, vamos a cenar a un restaurante mexicano, hice reservaciones para las diez.

Un local de construcción colonial muy bien ambientado (bah, digo yo sin saber de México más que por las aventuras de Speedy González), luz intimista, copones para Margaritas y aquella carta de platos incitantes y desconocidos. Créase o no, no soy un completo ignorante, por lo pronto tengo sabido que la cocina mexicana tiene identidad propia en la gastronomía internacional, no así, por ejemplo, la cocina criolla. Y ahí me lancé.

De entrada "chalupa mexicana" una tortilla crujiente con hebras de tocino, tomate en cubos y parmesano desmenuzado, de plato principal fajitos de pollo, lomo y verduras salteadas acompañados de arroz, pasta de frijoles y siete salsas típicas, de postre manzana morena; todo un banquete.

En particular dos de aquellas salsas merecen mención aparte. La verdad el picante no me acobarda, en el noroeste argentino crecen ajíes que te sacan el alma del cuerpo y los tolero, pero arremeter con el chile escabechado y con el chile cocido en salsa de soja sin ninguna previsión fué definitivamente imprudente. Con los labios anestesiados y media botella de vino pasada en auxilio del incendio, pregunté a la moza (camarera) si se trataba de variedades distintas de ají. Muy solícita contestó que era el mismo en preparaciones diferentes; una que realza su sabor naturalmente intenso y la otra que lo atenúa por la cocción. Debió decir: uno pica como la putísima madre y el otro como la recalcada madre que lo parió. Un tercer mejunje de crema agria obra el milagroso prodigio de apagar instantáneamente el ardor, haberlo sabido antes de bajarme la botella de una sentada, yo sólo conocía el truco de la miga de pan pero allí no sirven pan, sirven tortillas.

Terminó bien, llenitos, gratificados con la experiencia (sobre todo la Tana porque ella no corre riesgos) y con ganas de volver más informados la próxima vez.

Un dato a tomar en cuenta es que a comer delicias mexicanas no se va de corbata, el fajito traidor chorrea peor que la empanada salteña.

Ahora tengo una sabiduría más y una corbata menos.

lunes, 26 de enero de 2009

Viñetas playeras

I

Lola: Papá ¿por qué los grandes usan escarbadientes y los chicos no?
Yo: Porque a los chicos que usan escarbadientes se les separan los dientes y se les caen.
Lola: Pero es peor para los grandes porque a los chicos les crecen dientes nuevos y a los grandes no.
Yo: Sabionda.

II

Lola: Papá ¿por qué ese señor (un bañero apolíneo) tiene más músculos que vos?
Yo: La verdadera fuerza de un hombre, m´hija, está detrás de su frente.
Lola: No, porque con la cabeza no se puede levantar cosas pesadas.
Yo: Ahá.

III

Lola: ¿Por qué a los viejos les gusta aburrirse?
Yo: ¿Por qué decís eso?
Lola: Porque los abuelos no se meten en el mar, se quedan todo el día en la carpa.
Yo: Porque las personas mayores se divierten de otras formas.
Lola: Si, de otras formas aburridas.

IV

Lola: ¿Me sacás la arena que me quedó en la malla?
Yo: Cuando lleguemos a Buenos Aires tu madre te la saca.
Lola: Nunca salimos de Buenos Aires.
Yo: Ya sé lo que pasa es que hay una ciudad de Buenos Aires y una provincia de Buenos Aires.
Lola: Pero nosotros no vivimos en la ciudad de Buenos Aires, vivimos en la provincia y nunca salimos porque Mar del Plata queda en la provincia de Buenos Aires igual que San Fernando.
Yo: Terminala.

martes, 13 de enero de 2009

El día que hablé con Dios - Fin

Mi madre, como la de Juan, había bebido un sorbo de anodina Coca Cola pero bien lejos estaba del rictus de la derrota, más bien pensaría para sus adentros dónde pude haber escondido la otra bebida. Y es que no es mujer de abandonar la lucha, seguía y seguía con sus amenazas de lavar sus toallas aparte, de desinfectar los baños de la casa con fluído Manchester, de quemar nuestros colchones y de expulsarnos uno a uno del sacrosanto hogar si seguíamos por la senda equivocada. Mi tía, va de suyo, no le iba en zaga; mis primas, a su turno, tenían la morbosidad en el pico cúlmine.
Para mí el tiempo transcurría obstinado, inclemente, traidor, sin que se me ocurriera puta idea de cómo salir de aquel brete. Es sabido que la desesperación es pariente de la contrición, levanté el teléfono rojo y prometí al Altísimo toda clase de sacrificios personales y enmiendas a cambio de una oportunidad, una sola remota y mínima posibilidad de postergar por un rato mi entrada triunfal al Hades. En eso estaba cuando como de rayo me vino la inspiración: ¿qué haría Mao Tse Tun en una situación como esta? pues usar la fuerza del enemigo en su contra (la del adversario lógicamente, no la suya propia de él). Y ataqué.

Por aquellos días se habían puesto de moda los Pool (unos billares con buchacas por donde escurrir las bolas en juego) en Buenos Aires, y como toda novedad, atrajeron la audiencia adolescente. Entre esos locales de esparcimiento, uno en particular del cual era habitué mi hermano Gualo, concentró las sospechas de mi madre. Parece que en algún lado oyó que allí corría droga y que sus dueños eran dealers narcos; no importa cuánto de cierto hubiera en el chisme, mi madre abrazó la cruzada personal de impedir que cualquiera de sus retoños pisara ese antro de perdición.

- "En lugar de perseguirme a mí que sólo estaba durmiendo la siesta, deberías preocuparte por Gualo que está jugando al Pool en La Palmera (así se llamaba el boliche en cuestión)".

Un efecto similar a lo que ocurrió podría esperarse de amontonar paja seca, madera menuda, carbón y leña y acercar un fósforo. La frase bastó para que las llamas se alzaran hasta el firmamento en aquellos ánimos inflamables. Mi tía, amiga como pocas de los molinos de viento, encorajeaba a mi madre a ir hasta allá, sacar al cristo de los pelos y llevar a la policía, gendarmería y prefectura nacional a clausurar el establecimiento corruptor de menores inocentes.

La verdad es que yo ignoraba por completo el paradero de mi hermano pero las grandes gestas exigen grandes sacrificios (preferentemente no el de uno), la ecuación suma cero, no hay sistema que no tenga perdedores. En todo caso, hablábamos de diferentes magnitudes de desastre: una cosa es jugar al pool y otra muy distinta mancillar el hogar paterno.

Ahí seguían las viejas dándose manija mutuamente, pero el mate recién empezado tenía todavía para un par de vueltas más y tiempo era precisamente lo que no me sobraba. Fuí al baño a ver como andaba todo por ahí; no puedo ni empezar a explicar el pánico que tenía esa chica a quién su padre reclamaría en la puerta del club en no más de veinte minutos. Fué trabajoso convencerla de no salir y destapar la olla, creo que entre cosas (promesas de matrimonio y veneración eternos primero) mencioné la posibilidad de estrangularla con mis propias manos si movía un sólo músculo antes de tener luz verde.

Finalmente se armó la cuadrilla de rescate del pudor y las buenas costumbres, allí iban las dos viejas escoltadas por mis primas a enfrentar a Pablo Escobar en persona y su séquito. Cuando doblaron la esquina y no hubo moros en la costa, liberé a la cautiva, quien, apenas a tiempo, llegó al club antes que su padre.

Había todavía cabos sueltos y el inmenso alivio que me invadía no soslayaba sin embargo la imperiosa necesidad de anudarlos.

Encontré a Gualo plácidamente acomodado en casa de un amigo mirando un partido, en absoluto ignorante de la tremenda maldición que se cernía sobre él. Le conté todo, "solidaridad la que quieras - me dijo - pero esto te va a costar". Y me costó, en dinero, en revistas de esas que no le mostrarías al párroco del barrio, en préstamos de ropa y zapatillas, en encubrimientos, etc, etc, etc.

Por la noche, Gualo hizo valer su coartada y yo tuve el sídrome del testigo falso y su trilogía clásica; no lo sé, no me consta, no recuerdo. Mi madre por supuesto insistió pero no hubo caso y el asunto terminó sin condena para nadie.

Pero siempre que se gana algo, se pierde también (la ecuación suma cero he dicho), la cofradía de hermanos se fortaleció quedando a fecha de hoy todavía impagos algunos saldos debidos a Dios Nuestro Señor por su magnánima indulgencia. Y no es que la perspectiva de los años transcurridos desde entonces (que son varios por cierto, ya es causa prescripta para nuestras leyes) haya tansformado los hechos narrados en pecata minuta ni - válgame Dios, justamente - yo haya olvidado mis deudas con el Creador.

Acontece que, salvando el foso de los leones y la crucifixión, no se me ocurre un modo más hospitalario de honrar mi deuda.