lunes, 29 de septiembre de 2008

Reflexión tardía

Cualquiera medianamente informado sabe que el conjunto de las conductas humanas reprochables, aquí en mi pago y también en lo que llaman derecho continental comparado, está integrado por dos grandes especies: las punibles y las contravencionales; aquellas, ordenadas a mantener la paz social, son reprimidas mediante penas propiamente dichas (por ejemplo prisión o reclusión) y éstas últimas, enderezadas a la convivencia civilizada son castigadas mediante sanciones administrativas (multa, clausura, decomiso, inhabilitación, etc) por razones de salubridad, moralidad y otras yerbas. La distinción viene a ser puramente metodológica si se toma en cuenta que un asesino pasional jode bastante menos y a mucha menos gente que, digamos, alguien que escupe impunemente en el suelo, pero lo cierto es que se necesita mayor energía criminal para matar a tu suegra que para soltar un gargajo. Bien hasta aquí.
Lo que todos, pero todos, juristas, sociólogos, educadores, políticos y demás y demás han pasado por alto solapada o deliberadamente es el tercer género de conductas reprochables, que daré en llamar las actitudes crispantes. Para esos infames que - siempre dentro de la ley - mortifican a veces sin saberlo y cuyas mañas suelen ser más peligrosas que afeitarse borracho, no hay castigo, ni siquiera cuestionamiento. Por eso me atrevo a proponer - atención señores legisladores - a título simplemente ejemplificativo (se aceptan sugerencias), las siguientes figuras penales:

1) Demora culposa: Será reprimido con detención de hasta el doble del tiempo que le haga perder al prójimo el que: inciso a) se ponga a buscar el subtepass justo frente al molinete del subte, las monedas frente a la máquina expendedora de boletos del colectivo o el cospel frente al parquímetro; inciso b) deje la manguera del surtidor de nafta cargando en su auto y entre a comprar en el minishop, a menos que vuelva antes de que corte la carga; inciso c) no avance con luz verde por estar mirando algún culo bonito o maquillándose ante el retrovisor o por cualquier otra razón no atendible; inciso d) demore más de dos minutos en bajarse del taxi que está esperando otro pasajero; inciso e) se quede de charla con la cajera del supermercado una vez pagada su compra siempre que haya otros clientes esperando. Los tipos descriptos llevarán la accesoria de un grito en la oreja si suceden en hora pico.

2) Atentado al buen gusto: Será reprimido con piquete de ojo el que: inciso a) entrecomille figuradamente con los dedos alguna palabra y/o frase de su alocución; inciso b) conteste sin saber la respuesta; inciso c) manifieste sus dotes de seducción y/o haga gala de sus habilidades amatorias en presencia de dos o más personas; inciso d) utilice recurrentemente la expresión "es como que" acompañada del movimiento oscilante de pulgar e índice de una o ambas manos; inciso e) mastique chicle con la boca abierta. La pena se elevará hasta dos cachetazos en el cogote si cualesquiera de las conductas descriptas se realizan en presencia de menores de edad.

3) Inmisiones sonoras molestas: Será reprimido con trancazo en el mero tronco de la oreja el que: inciso a) hable a los gritos en lugares públicos, tenga el celular encendido con ringtone estridente en cines, teatros, conferencias, aulas o cualquier otro evento de asistencia masiva que requiera silencio, a menos que se trate de un obstetra hipoacúsico de guardia; inciso b) Reproduzca música a volúmen alto en medios de transporte, aún con fines comerciales y/o auriculares in ear puestos. En este último supuesto la pena se elevará a dos trancazos - uno en cada oraja - si está escuchando cumbia villera o cualesquiera otra música grasa.

Con esto tenemos para empezar.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Mata un perro ...

Siempre he creído que ninguna cualidad accidental de las personas define irremediablemente al sujeto. Así por ejemplo un vicio cualquiera, digamos fumar, que convida al instante la calidad de fumador a quien acostumbra hacerlo, no lo transforma de plano y sólo por eso en un vicioso, si el resto - o buena parte - de sus actitudes revelan un hombre sano. Es mi tendencia natural, soy tolerante, bien que menos por filántropo que por no enterarme de los juicios críticos que el prójimo pudiera hacer a mi respecto. Y he notado también que - con alguna variante - los varones en general suelen ser más dados a hacer el caldo gordo que las féminas. Dicho lo dicho vamos al quid de la cuestión.
Hace algunos años, bastantes en realidad, la Tana recién estrenada, de quien todavía ignoraba esa aptitud nata de tener ocurrencias venidas como de relámpago, me dice: "le pedí el auto a Papá y reservé una cabaña en San Martín de los Andes; nos vamos unos días, salimos este miércoles (de ceniza) y volvemos el viernes de la semana que viene". Como era lunes tuve más que tiempo suficiente para organizarme pero eso es materia de otro relato.

El móvil generosamente cedido para recorrer unos 5.000 kilómetros, era grande, lleno de botones, y de diseño mas bien deportivo, no importa, al cabo un auto es un auto y yo manejo como el viento desde los 17. Estaba feliz, eufórico, para mi cumpleaños (un mes antes) ella me había dado un prolijo envoltorio con el Evatest positivo dentro y ahora este tiempo idílico por delante. Vamos bien me dije.

Comíamos, paseábamos, pescábamos, hablábamos (sé que me olvido de algo pero no me viene a la mente), reíamos y disfrutábamos a pleno. Como nunca en mi vida debo reconocer y es que el comienzo del otoño en la Patagonia es un instante mágico, quien lo ha visto lo sabe.

Así fué que transitamos el camino de los siete lagos en dirección a Villa La Angostura la media tarde de un día lloviznoso. La Tana dormía sin prejuicios en el asiento del acompañante y yo pensaba en cosas que uno anda pensando, cuando noté - no inmediatamente - que el auto tenía autonomía propia y había dejado de responder a los mandos naturales; "non serviam" parecía decirme, lo mismo que cierto ángel caído. A decir verdad no iba a mas de 60 km/h y, aunque es camino de cornisa bordeado de precipicios, la ruta de ripio estaba en buen estado; no había razón para que el volante se comportara como una marioneta a la que le cortaron los hilos. El auto iba secuencialmente desde el borde del acantilado hacia el flanco de la montaña con total independencia de lo que yo hiciera. Sabía por habérselo escuchado a mi viejo, que ante la duda no hay que pisar el freno - ya sé lo que no debo hacer sólo falta averiguar lo que sí debo hacer - y también, por haberlo aprendido de algún guardaparque baqueano, que si chocaba contra la montaña rebotaría como una bola de billar y de lleno al precipicio. Tuve miedo, pa´que voy a decir una cosa por otra, pero no me desquicié. Miré a la Tana que se despertó con el bamboleo y le dije: "no es para que te preocupes pero hace como 3 km que no controlo el auto y creo que nos vamos a hacer mierda". En un punto dado frené abruptamente con toda la trompa en el vacío, me bajé con las piernas temblando y puse las balizas. Mi mente era un sólo interrogante: ¡¡¿¿qué mierda había pasado??!!, las 2 ruedas del lado del conductor estaban en llanta, cambié una por el auxilio y llegamos a paso de hombre hasta la Villa.

Según me explicó el de la gomería es bastante frecuente que en caminos de ripio las piedritas se cuelen por la banda de rodamiento, sobre todo en neumáticos de bajo perfil (deportivos) como los de ese auto, y se pierda todo el aire de golpe, y dijo también que lo más común es estrolarse cuando eso pasa.

Por alguna razón entramos en una casa de té y pedí una taza gigante de chocolatada, acompañada de una soberbia porción de strudel con crema. Antes de eso nunca me atrajeron los dulces y después tampoco, pero aquel bocado era la gloria, la vida.

De regreso, la Tana dijo algo que sentó precedente inconmovible: "manejá ridículamente despacio" y desde entonces hasta aquí insiste con el tema. Nunca choqué ni me chocaron, todos piensan que soy prudente al volante, pudo pasarle a cualquiera. Pero me pasó a mí.

Mata un perro y tu mujer te llamará "el mataperros" - decía mi viejo.

martes, 9 de septiembre de 2008

Viñetas ribereñas

Admití tu mitad de la culpa

- ¿Cómo entran por la boca los bebés?
- ¿Quién te dijo eso?
- Mamá, dice que vos le diste la semillita cuando le dabas un beso
- Qué se yo ¿por qué me preguntás a mí que nunca tuve un bebé en la panza?
- ¡pero vos le diste la semillita!

Hechos de la naturaleza

- Los hombres miran a las mujeres
- Ah si?
- Sí, siempre las están mirando y hasta que les dicen algo no le sacan los ojos de encima
- ¿Y vos cómo sabés?
- Por la tele y porque te veo cómo la mirás a mamá
- ¿Querés un chupetín?

Cada quien a sus asuntos

- Dice Vilma (maestra de catequesis) que cuando me bauticen la llama de Jesús va entrar en mí ¿llama es lo mismo que fuego Papá?
- Sí
- ¿Y vos te quemaste cuando te bautizaron?
- Yo era muy chico y no me acuerdo
- Pero Dios no va andar quemando a la gente, ¿no?
- No creo m´hija.
- ¿Porque eso ya lo hace el Diablo?
- Puede ser.

Ubicate

Como todas las noches trato infructuosamente de amedrentar a Goyo para que se quede en su cuarto y en su cama. Lo persigo en pantuflas con el balde de los rastis en la cabeza haciendo sonidos de monstruo. Y me dice la niña:
- Eso que estás haciendo es ridículo
- Ya sé m´hija, pero no se me ocurre nada mejor.

Confirmado, es oficial, Lola es un enano extraterrestre.