lunes, 24 de agosto de 2009

De vez en cuando la vida

A ver cómo pongo un poco de orden a los recuerdos que se me vienen en malón, cada uno de ellos reclamando el primer puesto en orden de importancia, a ver cómo les saco la dimensión épica que les da la memoria para que sólo quede la emoción pura, tal como la viví. ¿Han notado que cuando uno es feliz no es consciente de serlo hasta después de evocar el momento? la Tana dice que eso es porque el hombre (no como categoría genéricamente comprensiva de la raza humana sino en la acepción restringida al macho de dicha especie) no puede hacer dos cosas al mismo tiempo. Vaya uno a saber.

Vamos por partes dijo Jack el destripador.

Algo se ha dicho ya de periplos, abrazos, risas, delicias y bebidas, lo que quiero contar es otra cosa, lo que tengo metido aquí (algún punto a medio camino entre la garganta y el esófago) son los detalles y si no los cuento exploto.

La modesta espera de cuatro horas en el aeropuerto (y digo modesta porque todos los que viajamos por la aerolínea de bandera sabemos que a la hora de ser impuntual puede hacerlo mucho mejor) que soportó la familia en pleno sentada en una escalera es, en sí misma, un detalle de consideración estoica, lo que acaso no se sepa es que viajaron unos 1000 km desde Jaén a Madrid y vuelta en un día (como de Buenos Aires a Mar del Plata con boleto redondo) para buscarme, y que pese a eso no hubo un sólo atisbo de fastidio en aquellos abrazos descomunales, en aquellas caras genuinamente alegres. ¿Saben? cuando viajo por trabajo también me esperan y hasta me reciben cordialmente pero les aseguro que no se alegran de verme (bueno nadie en sus cabales se alegra de ver a un auditor), la diferencia es un abismo.

Llegamos casi con la noche encima y la casa se me brindó de tal manera que se precisa ser un iluminado para advertir, si la hay, alguna diferencia con la comodidad y el bienestar del hogar propio. Por lo pronto (no tendré la práctica pero la teoría en materia gastronómica sí la conozco bien) el pulpito a la gallega que cenamos (que dicho sea de paso está entre los 3 o 4 platos que más me gustan) no es algo que uno pueda dejar preparado, debe hacerse en el momento (claro, en el momento que deja encaminar la casa, atender chicos, disponer todo y beber una cerveza conmigo) y qué bueno estaba.

A la mañana siguiente Juan me muestra el itinerario de mi viaje, unas 6 hojas A4 prolijamente redactadas, que incluían lugares de visita, tiempos de traslados, tascas a ser visitadas y qué debía pedirse en cada una, en fin una planificación exhaustiva que cumplimos en buen grado aunque no, por cierto, en la medida de su expectativa.

A excepción de Granada (donde sólo fuimos Juan y yo) el resto de los paseos los hicimos en alegre montón. Imaginen la gracia que le puede hacer a 4 chicos visitar durante sus vacaciones de verano la mezquita de Córdoba y sin embargo tan compuestos, tan amables, tan cariñosos. Hemos hecho juntos, en total, más de 2.500 km en auto y en todo ese tiempo ni una sola queja, ni un sólo berrinche, ni una sola pelea; no conozco el llanto de Daniela. A estas alturas tengo hechas algunas teorías conspirativas, para mí que son chicos encargados por catálogo y deben haber costado una fortuna.

Luisa es una mujer sorprendente, tuvo razón 3 veces en sólo 7 días: nos dijo que el equipaje no iba bien amañado sobre el techo de la camioneta y el extraño caso de las valijas voladoras confirmó su postura, dijo también que la casa de Asturias estaba bien para el uso que le daríamos y así fué, mejor que bien, y por último me advirtió que 100° C era poca temperatura para asar semejante cantidad de carne; de no haberle hecho caso todavía estaría cocinándose ese cordero. Y hay que verla arriando tropa, qué voz de mando, qué determinación, cuántos generales han pasado a la historia con mucho menos.

Y qué decir de mi amigo Juan, ese pequeño gran hombre. Alguien dijo alguna vez que toda organización funciona tan bien como la cabeza que la dirige y es tan fuerte como su eslabón más débil; en esa familia hay cerebro y músculo pero sobre todo corazón, si algo explica el bienestar que se respira más allá de las atenciones que a mí me dispensaron es la devoción que se tienen entre ellos. Realmente da gusto.

Este viaje fué un regalo hermoso, una de esas cosas entrañables que pasan porque sí y que descuentan con holgura esos otros momentos en que uno mira al Cielo preguntándose por qué tiene que pasarle lo que le pasa.

Nos volveremos a ver.

sábado, 15 de agosto de 2009

Jaén y sus alrededores

Tengo unos minutos de puro milagro y quiero compartir con ustedes esta alegría que no me cabe en el cuerpo. Y es que mis españoles (e hispano-mexicana) realmente le ponen empeño a esto de hacerme bienvenido, a estas alturas sé bien lo que sienten esos dignatarios y magistrados que son recibidos a donde llegan por comitivas numerosas y llevados en confortables camionetas negras a unos comodísimos aposentos con gente desvivida por brindarse, pero a diferencia de ellos lo que aquí hay es cariño (cariño puro y duro diría Juan), no protocolo. Para no abundar en detalles que no vienen al caso (hay cosas tan valiosas que uno simplemente las guarda para sí, a modo de ejemplo sólo mencionaré que Daniela le preguntó a Anilú "¿Dime Anilú, te ha gustado mi Pablo?") es que recurro a la exactitud fría aunque ilustrativa de las estadísticas; en lo que llevo aquí (llegué el martes) he conocido:

1. Jaén, su catedral, su castillo (sí, ese dónde Juan le pidió la mano a Luisa, incluso conozco el sitio exacto y les cuento que la chica tenía razón para temer), sus baños árabes, su seminario, sus parques y unos, digamos, 17 bares y bodegones (tascas que les dicen).

2. Los alrededores de Jaén; a saber: a) Granada con su Albayzin, su fastuosa Catedral (hecha la reserva legal de que su par de Jaén no tiene nada que envidiarle) su mirador de San Nicolás, y su Alhambra (todita ella, el palacio de Carlos V, los palacios Nazaries, los jardines - palabra en este caso usada sólo en un sentido puramente indicativo y a falta de acepción que mejor describa ese prodigio, el Generalife, las escaleras de agua y la Alcazaba, en fin unos 20 kilómetros de caminata y asombro sostenidos), su Cartuja, una maravilla realmente conmovedora que no olvidaré mientras viva y la notable peculiaridad de poseer una calle con la mayor concentración de Tascas del sur de España (creo haberle entendido a Juan que en su juventud conoció dos o tres de ellas); y b) Córdoba y su Mezquita que es también Catedral, su muralla, su puente romano, su barrio judío, sus gitanos y sus callejuelas donde no cabe un cristiano a caballo.

3. Unas 20 variedades de tapas, muchas de ellas de campeonato (magré de pato, salmorejo, boquerones fritos, morcilla de caldera, flamenquines, tortilla - no una convencional, una tan alta como pa´caminar por adentro - y esas anchoítas y esos quesos añejos y por supuesto la combinación de ambos), unas cuantas cervezas bien seriecitas, unos vinos que no se avergüenzan ante ninguno, y el jerez, el bendito jerez. Aquí algunos ejemplos




Mañana enfilamos en alegre caravana hacia el norte, queda mucho por ver y compartir. Sólo una cosa me falta aquí

lunes, 10 de agosto de 2009

Check list

Vamos a ver,

1) camisas livianas, remeras y bermudas (es que hace un calor de 30.000 pares de pelotas según me dicen) - ya está

2) un saquito por si refresca (consejo de Ashi) - ya está

3) sombrerero (para ocultar cabezas decapitadas) - ya está

4) los encargos de terceros (mas bien terceras) - ya están

5) el vino (digo el vino pa´empezar que no será el único) - ya está

6) el pasaporte actual (la Tana me hizo revisar 34 veces para no llevarme el que está vencido) - ya está

En fin, vamos bien, sólo falta encontrar lugar para toda esta alegría.