miércoles, 2 de noviembre de 2011

Gracias doctora Monzón

Nadie me mandó a meterme en camisa de once varas pero tuve dos muy buenas razones para intentarlo. La primera de ellas es que en mis épocas de estudiante, mientras todos los compañeros de cohorte fantaseaban con aplicaciones redituables de la carrera como las sucesiones, excarcelaciones, fusiones societarias, quiebras, en fin, con encontrarle la veta al negocio (porque la abogacía es, fue y será un negocio y el que no lo entienda así mejor dedíquese a otra cosa), yo me inclinaba por una rama del derecho mas bien solitaria (se necesita ser un privilegiado para tener un problema de derecho administrativo, el hombre de a pie pasa sin ver), ardua (menos por inagotable que por mutable) y sórdida. Pero a mi me gusta, que se yo, peor es comerse los mocos.
La otra es que la especialización que hoy tengo y me sirve para trabajar pertenece al ámbito de las ciencias económicas y así fue como un buen día me dió por pensar que el derecho me estaba pasando por encima, una de esas sensaciones en la boca del estómago que casi siempre mueven a hacer algo, no importa qué, algo para cambiar la gravísima incongruencia de ser un graduado en derecho especialista en administración financiera del sector público.
Por eso me inscribí en la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado y empecé la maestría en derecho público, no, según se aprecia, consecuencia de mi inquietud intelectual sino mero afán de desagravio. Y transité, a lo largo de dos años, las 1680 horas cátedra y los 28 exámenes finales con discreto desempeño, dándome por satisfecho con lo habido hasta que cierta secretaria académica empezó a asediarme por teléfono para que presentara mi tesis final bajo apercibimiento de tener por desistido mi derecho a recibir el rectángulo de cartulina lleno de sellos y firmas.
Sólo es un cartón y ya tengo dos - pensé - que se lo metan en el culo, total que si bien pasé mis buenos trabajos al cabo la cursada no me costó un mango y - modestia aparte - no me sirve para avanzar en el juego de la oca a menos que cambie de rubro. Pero parece que la Dra Monzón - así se llama - es de esas personas de naturaleza insistente (tediosa, agobiante, inclaudicable, irritante, me hace acordar a mi vieja) que se toman a pecho su misión en la vida y parece también - vaya uno a saber por qué - que amadrinó mi puta tesis como una cruzada personal. Con cada llamado telefónico - y fueron varios y por mucho tiempo - perfeccionaba sus tácticas disuasivas, ensayaba nuevos métodos para operar sobre mis resortes psicológicos, era cada vez mas eficiente, tanto que he llegado a creer que grababa nuestras conversaciones para no repetir argumentos, me hacía sentir como si le debiera plata, lo juro, y finalmente me convenció: ma si, elijo un tema así me deja de joder por un rato.
Si la vamo a hacé, la vamo a hacé bien decía el Negro Olmedo, así que con mas ímpetu que recursos - porque a fin de cuentas soy de la generación limitadita que se sentó frente a una pecera llena de agua mugrienta esperando que nacieran los Seamonkeys tal como prometía el envoltorio - puse manos a la obra cumpliendo todos los pasos procesales: acumulación de información al pedo, divague irremediable, lecturas inoficiosas y total imposibilidad creativa. Recuerdo que en alguna oportunidad temí que mi tutor muriera de embole mientras yo le explicaba mis tímidos derroteros mentales y los resultados a que dieron lugar, lo cual me hizo sospechar que él no estaba conforme con el curso de mi trabajo y que dadas las circunstancias ni en un millón de años iba a prestar conformidad a mi mamarrachito.

- (¿Por qué no me dice de una vez lo que mierda quiere?) ¿Tiene alguna sugerencia para hacerme? - le pregunté.
- Enfóquese en un problema concreto que le haya tocado resolver - me dijo.
- (Y usté váyase al carajo) Muchas gracias - le contesté.

Y ahí seguía yo con mi absoluta ausencia de inspiración, y el tiempo pasaba, y la Dra. Monzón continuó llamándome para preguntar si me había dado por vencido por tan poca cosa y yo agradeciéndole su inestimable interés y deseando secretamente que le agarrara una buena micosis vaginal.

¿Vencido? No yo, no este hijo de mi padre, seré bruto, no se me caerá una idea, pero vencido estaré cuando me maten, nunca antes.

Y se me ocurrió la idea como de rayo - bueno la verdad es que siempre estuvo ahí, al alcance de la mano - y me salieron de un tirón las 50 páginas, y las presenté hace apenas dos semanas y un mes antes de la fecha tope de caducidad.

Gracias Dra. Monzón, y ya que estamos ¿por qué no prueba convencerme de dejar de fumar?

16 comentarios:

Anónimo dijo...

FELICITACIONES!!!!!!!!!!!
Tan fácil que era ¿viste?.

¿Y ahora qué sigue??
¿Festejo en el Castillo Santa Catalina?.

(me llevo grabado los 3 renglones que se me quedaron prendidos: "¿Vencido? No yo, no este hijo de mi padre, seré bruto, no se me caerá una idea, pero vencido estaré cuando me maten, nunca antes". )

Sí señor y encima, pela ajos!!

Abrazo y enhorabuena una vez más.

Luisa

Pablo dijo...

Gracias Chamaca! Ha visto? esa mujer acertó a decir tan justo la frase mas movilizadora que se puede usar conmigo, como si me hubiera dicho "¿a que no hay huevos?" Coooomoooo???, pero si me canso de escribirte una distinta pa´cada día de la semana y todavía me sobra tiempo.
Y además pelo ajos qué tanto.

Dosto dijo...

Felicitaciones Dotor. Vio? la Dotora Monzón al final era una ignorante, si le hubiese dicho que pelaba ajos se le hubiesen acabado los argumentos, porque títulos, diplomitas colgados puede tener cualquiera, pero la habilidad, lo que se dice el arte de pelar... no es para cualquiera.

pal dijo...

te felicité... te conté algunas intimidades y este coso me borra todo??? me niega??? ah! no así no se puede.
(Requete felicitaciones. Así se hace, se termina lo que se empieza)

Martín dijo...

supongo que esto responde a una pregunta mía de hace un año (maomeno) en la que te indagaba acerca de tu último (al menos público) intento de dejar el pucho. Lástima.
Pero bien por la tesis. 1 de 2 no está mal.
Ahora yo digo: ¿el puchito te puede? ¿tan débil sos? ¿tan flojito, voluble, dependiente, y todo un montón de cosas que se me ocurren para hacerte la cabeza (pisicología inversa, que le dicen)?
No creo que funcione, pero no me culpen por intentarlo.

Anónimo dijo...

Enhorabuena, Doctor. Sí, los caminos del trabajo son inescrutables. Al menos no te ha pasado lo que a un amigo de hace años, cuando hacer cosas en Word no era del todo fiable. Escribió su tésis durante casi un año, no hizo copia de seguridad, y justo al final no le dió a guardar cambios. Le cambió la cara, eso sí. Como mínimo se ha ganado usted una máquina para pelar ajos que haga ese trabajo.

Juan

Pablo dijo...

Eso Dostito! si hasta me dan ganas de preguntarle a la Monzón "dígame usté que sabe tanto ¿cuántos dientes lleva la pomarola por ejemplo?

Pablo dijo...

Cuestión del blos, Paluchis, nunca mía, que usté en esta casa es una incunable. Y muchas gracias por las congratulaciones y es así nomás, pura tozudez.

Pablo dijo...

Ah no se Martincho, a la dra. Monzón le funcionó, se ve que ella sí sabe horadar como Dios manda.
Gracias, amigo.

Pablo dijo...

Juancho lo que le pasó a ese cristo está entre las tres o cuatro pesadillas mas temidas, yo en cambio hice unos cuantos backups.
Y ahora lo importante; ando con ganas de llamarte para comentarte en detalle sobre un maravilloso artilugio culinario recientemente descubierto por quien suscribe: el disco de arado. Es tema que da como para un tratado mirá.

Anónimo dijo...

Y acá también comenté y se lo tragóooo

PEro qué paja¡¡¡ Ahora de bronca no comento nada, grrrrrrr


Ashiku fuera de sí

Pablo dijo...

No te enojes Ashita, dale comentá se buena.

Anónimo dijo...

en mi tierra, (pero un poco más hacia Durango, Chihuahua y Sonora o inclusive Sinaloa), se hace así, con un disco de arado y le decimos "discada", a mi papá no le gustaba mucho porque decía que "pa'verduritas y salsitas acompañando la carne ya estaba la cocina", pero yo en Chihuahua lo llegué a probar y me gustaba mucho y ahora si "traslado" el sabor acá en Jaén, es casi lo mismo que hago aquí y precisamente en la cocina: carne, pimientos, cebolla, chorizos, pero eso sí, siempre me faltarán las tortillas de maiz.
Yo como mi padre, donde se ponga un buen filete, con poquita sal es suficiente

Pero para que no digas que soy mala, te dejo que me soprendas una vez más con tus artes culinarias. :)

Pablo dijo...

Nadie pone en duda que vos tengas manos mágicas para la cocina, Chamaquita, y bien sabés que eso te suma como un millón de puntos en el millaje de cariño que te tengo, pero no me negarás que algo le agrega el disco de arado a las carnes estofadas, no se como un gustito al hierro de fundición del que están hechos. Nosotros habíamos dejado de comprar pollo, por ejemplo, porque nos resultaba insulso pero ahora cada tanto lo hago al disco y es otra cosa. Imaginate si se usan ingredientes mas nobles.
Te concedo que menos es el hallazgo que mi debut como cocinero lo que me entusiasma, pero ya verás y me dirás cuando pruebes una discada hecha por mi.

Anónimo dijo...

nombre, no... yo no decía que lo que yo hacía sabía mejor, sino que prefiero el sabor de la carne, así a lo bruto. Sé de sobra la buena mano que tienes para los asados, así que no dudo que la discada te quede pa' chupar todos los huesitos que hagan falta (incluídos los dedos)

Pues, esperaré con gusto el día en que pueda probarlo.

Pablo dijo...

Y yo no dije que vos dijiste que lo que vos hacías salía mejor, lo que sí digo es que aún con los mismos ingredientes la cocina al disco le da otra personalidad al estofado, algo que la olla non da y Salamanca non presta.

¿Ya viste que la Cataratas del Iguazú fueron declaradas maravilla del mundo? Por qué no se vienen así se las muestro.