lunes, 27 de junio de 2011

Cosas de Goyo

1) A su madre que no le hacía el gusto

- "Mami ya no eres mi chica"

2) A Lola por no se qué disputa

- Lola, ¿cuándo exactamente te volviste loca?

3) A Mónica (nuestra empleada) que lo mandó a buscar sus zapatillas

- Buscalas vos, no soy bueno para eso

4) A una señora que trataba de poner en caja a su hija de 3 años quien armaba un berrinche de aquellos en la sala de espera del médico, se le paró delante y le dijo

- ¡Suéltala malvada mujer!

5) A mi, este domingo, mientras miraba cómo se iba River Plate por la alcantarilla

- Papá hay un problema
- ¿Qué pasa Chango?
- Hay una niña en mi living
- ¿Y quién es?
- Lola
- Caramba qué problemón.

6) Cenando días atrás le digo

- Comé todo, Tanito, ¿no querés ser grande y fuerte como Papá?
- No, como Damián (el novio de Meli)
- Mirá vos

Es oficial, se destapó el Tano.

miércoles, 22 de junio de 2011

¡Ay cabrón qué haces aquí! o El tranvía que no fue

- Disculpe ¿sabe dónde queda la cárcel vieja?
- Pues aquí (señalando una edificación enorme a medio terminar)
- Gracias

- No Tana, no es aquí, se ve desde la terraza de Luisa y es un terreno baldío
- Doblá acá
- No, hay que seguir la ruta del tranvía, cuando yo vine antes estaban desmontando árboles para hacer la vía y quedaba cerca de la casa
- Pero si allá está Luisa agitando los brazos
- Ahá

Hasta aquí el viaje de la Tana y mío (sorpresa para todo el clan Leiva excepto para cinco de sus miembros) había resultado maravilloso en cuanto quepa a no ser por algún despiste ocasional derivado en unos cuantos kilómetros hechos al pedo casi siempre a consecuencia de esos simpáticos carteles que abundan en las autovías españolas señalando (textualmente) "todas las direcciones". Y se puso mejor.

Los abrazos de rigor, el vino de rigor, el aceite de rigor, el tequila de rigor y a esperar a Juancho que volvería de un momento a otro; tenía tantas ganas de verlo. Y allí entra y mira suspicazmente las botellas sobre la mesa y le dicen "¿a qué no sabes qué?" y me ve salir de la terraza

¡AYYY CABRÓN QUÉ HACES AQUÍ!

La foto falló igual que cualquier otro plan minuciosamente pergreñado pero yo nunca olvidaré su cara de alegría. Y después el Juan de siempre, el que vació medio supermercado para la cena de esa noche, el que me acompañó a Granada (60 km) a buscar las valijas que dejamos en el hotel, el que nos llevó a cenar aunque no se sentía bien, el que nos vino a buscar a Mengíbar (30 km) para llevarnos a recorrer Úbeda y Baeza y la Luisa de siempre, la que nunca terminarás de comerte todo lo que te sirva, la anfitriona de alma, la amiga querida y esos chicos de catálogo.

En fin, la dicha.

Nos volveremos a ver pero esta vez te aviso antes Juancho, prometido.