lunes, 4 de agosto de 2008

Verano del ´77

Hoy por hoy, con treinta y ocho años de amistad a cuestas, tengo la costumbre adquirida de sopesar las opiniones de Dino (Gabriel, mi amigo de siempre), pero cuando ambos teníamos once años sus ideas me parecían simplemente incontrastables, y así me fué.
Hacía rato que él andaba jodiendo con su plan temerario de agarrar las bicis y pedalear hasta donde nos parara el viento, la epopeya perfecta salvo por un detalle no menor; nuestros permisos de vagabundeo tenían limitaciones geográficas y temporales bien precisas: no más allá del rectángulo comprendido entre las paralelas Blanco Encalada y Av Congreso y las perpendiculares Av Del Tejar y la vía, y no más tarde de las cinco. Hay que ver lo convincente que es Dino cuando algo se le cuadra, pero no dejaba de ser una aventura prometedora.
Aquel sábado, después de almorzar volvió a la carga: "¿y si vamos hasta El Tigre?". Lo miré como suelo hacerlo, con mi gesto típico de "no podés estar hablando en serio". No era para menos, discutíamos un periplo de 60 km entre ida y vuelta de Belgrano al Tigre y aún cuando es cierto que este cálculo se me escapaba por entonces, sí sabía que era lejísimos.
"Se hace rápido si nos colamos en el tren de Barrancas, bajamos donde termina, boludeamos un rato y volvemos; estamos acá antes de las cinco, no seas puto, cagón de mierda". Si una cosa no soy es cagón, "vamos y después no hinches las pelotas con que te cansaste de pedalear".
El itinerario iba de maravilla, hasta ahí todo salió conforme lo planeado. Recuerdo que unos días antes, para mi cumpleaños, mi padre me había regalado los anteojos de sol que tanto quería y no me los saqué ni por un segundo, me sentía como el rubio de Camel, como Pedro de Mendoza, como Meteoro pero en bici; qué podía salir mal, es sabido que los dioses favorecen a los héroes. Allí estábamos los dos, quemados por el sol, compartiendo una coca en la que habíamos gastado todo lo que llevábamos encima, mientras contemplábamos aquel río recién conquistado.

Eran tiempos turbulentos en Argentina, todos eran sospechadores y sospechosos de todos, pero aquello, en ese mismísimo minuto, no nos merecía el más mínimo reparo, para empezar porque sólo conocíamos vaguedades y para terminar porque nos importaba un soberano carajo. "Busquemos algún lugar para hacer cross" - otra idea irrefutable y perfecta en sí misma viniendo de Gabriel; y lo encontramos, un descampado al que accedimos no más saltar el alambrado perimetral. Al fondo, a lo lejos había algunas edificaciones pero quién vendría a echarnos un sábado a la tarde y con semejante calorón. Un buen rato haciendo piruetas hasta que se nos acercó un jeep con dos hombres uniformados portando ametralladoras cortas. Que qué hacíamos ahí, que si no habíamos visto el cartel de zona militar, que ese era el destacamento de Prefectura Naval, que dónde estaban nuestros padres, que quiénes éramos, que los íbamos a tener que acompañar. "Y bueno - le dije a Dino - acompañémoslos. Estuvimos sentados en un banco de madera por más de dos horas: "ya está llegando el Prefecto y vamos a ver si los deja ir o los metemos en el calabozo detenidos". En este punto la autodeterminación de Dino se derrumbó; lloraba presagiando el peor de los destinos pero algo me decía que la cosa no era para tanto. El amigo Prefecto se tomó su tiempo pero llegó. Era un adulto como tantos, con cara de director de colegio o preceptor, alguien de quien cabía esperar una buena cagada a pedos pero no mucho más. Nos miró, le devolvimos nuestra mirada lloricosa, se dió vuelta y mandó al otro uniformado a comprar gaseosa y galletitas para nosotros. Una luz al final del túnel.
De nuevo el sermón, que cómo se nos ocurrió alejarnos tanto (quise responder que fué culpa del pelotudo de Gabriel pero me callé y eso selló nuestra amistad para siempre), que nuestros padres debían estar preocupados, que mejor tomábamos la merienda que nos convidaba y nos íbamos derechito a la estación a tomar el tren de vuelta. Una cosa que debió preguntar y lo olvidó es si teníamos para el boleto, pero el horno no estaba para bollos y le disculpamos el detalle.
Seguimos el plan - serían ya las siete y media de la tarde aunque nosotros lo ignoráramos - subimos al tren pero el guarda nos descubrió antes de llegar a la siguiente estación (Carupá) y nos hizo bajar. A pedalear hasta Belgrano.

Como pasa en estos casos y por motivaciones que no conocíamos del todo, ambas familias se contactaron para averiguar nuestro paradero. Hacia las ocho de la noche todo el barrio estaba conmocionado, se montó un operativo de búsqueda que unió a los vecinos bienintencionados, e incluyó procesiones hasta las comisarías y hospitales cercanos.

Dale y dale al pedal con alguna interrupción para tomar respiro, siempre bordeando la vía para no perdernos. LLegamos a territorio conocido pasadas las diez de la noche y la primera cara familiar que nos salió al cruce fué la de Lali, un amigo de la casa; "tu vieja te mata" - dijo lacónico - "ya sé, ya sé, ¿pero me mata de matar nomás o de dejar bien muerto?". Por las dudas paramos las bicis en la esquina de casa, unos veinte metros antes de mi puerta.
La silueta oblonga y bamboleante de mi madre se aproximaba al trote (como de hipopótamo) llorando a moco tendido con los brazos extendidos, unos pasos atrás la madre de Dino gritando improperios. Me quedé quieto, la vieja es inofensiva cuando entra en pánico, pero Gabriel por razones que tenía bien conocidas se puso en guardia. Mientras intentaba zafar de esas manazas que me apresaban ambos cachetes entre espasmos desconsolados y sonidos incoherentes, (buahhhsabésgrrrllllquéhoragrslffsssshhhes,ahhhhlasdiezbbbuuuuumequerésmatardeundisgusto) especulaba con que quizá mi padre no había vuelto del trabajo, en mi mente no serían más de las siete, siete y media. La esperanza fué lo último que se perdió al ver a mi padre desencajado como una estampida de búfalos corriendo en dirección a nosotros. Papá no lloraba, actuaba. Me levantó por el cuello de la remera (no se porque en ese momento creí que si seguía aferrado al manubrio estaría a salvo, pero lo cierto es que me llevaba en vilo con bicicleta y todo, entre amenazas de sufrir un mal próximo e inconmensurable no bien traspusiera el umbral de casa, lo que efectivamente ocurrió). Lo último que ví antes de ser arrastrado al patíbulo fué la imagen de Gabriel, a quien don Jaime (su padre) llevaba literalmente a patadas en el culo, casi llegando a la esquina de Freire. Fué entonces y ni un sólo segundo antes cuando caí en la cuenta que a lo mejor, esta vez sí la habíamos cagado para el campeonato.

Juro que no exagero cuando digo que los días de humedad, todavía siento los cazotes del viejo.

28 comentarios:

Anónimo dijo...

ay pablito!! la verdad que me re cagué de risa, a la distancia es genial la anécdota, pero ahora que soy madre de 2 criaturillas me pongo en el lugar de tus viejos y altro que patadas en el culo, los revientooooooooo. Dejate de joder que susto para esa gente che. Ahora para ustedes: ¿quien te quita lo bailado? deben ser cosas que nunca se olvidan. Beso grande

Anónimo dijo...

En una situación similar a la que fue arrastrado por pibitos más grandes, mi pobre Ashiko de 8 años lloriqueaba en el Parque Garay, a cuarenta cuadras de su casa, pensando con nostalgia en el chocolate con leche que su mamá le estaría sirviendo de haberse quedado en casa.
Al darse vuelta, en el parque, vio a su padre descendiendo del Fitito poseído por mil demonios, dirigirse a un sauce para cortar una varita africadora... Lo demás es nebulosa.

*La Casalinga* dijo...

Pablo:

se me piantó un lagrimón!
Yo hice de esas, hasta que me casé, maomeno.
La de disgustos que les he dado a mis padres!

Hoy, que soy mamá. recién hoy, los comprendo. Entiendo esa mezcla de rabia y dolor y felicidad, cuando ves llegar a tu hijo después de pensar que le pudo haber sucedido lo peor.

Me encantó la anécdota pero no se la cuentes a Goyo, al menos, hasta que tenga treinta años, porque lo puede utilizar para justificarse alguna vez.



Qué es un "patúbulo"? Un tubo con patas? una pata tubular?
De la Vulva no está pero sí De la C... de mi hermana, que para los efectos, es lo mismo

Pablo dijo...

Sabés Lulú? mi padre era bastante indulgente con nuestras cagadas (mías y de los otros tres), pero el miedo lo descolocaba. Siempre que me dió pa´que tenga fue por haberlo asustado. Mi vieja en cambio nos sacudía día por medio.

Pablo dijo...

Ashi la varita también la probé (sólo que de pino) el día que Gualo (mi hermano) declaró que me había ahogado en Villa Gesell. Pero esa se la cobré al pelotudo buchón.

Pablo dijo...

Sonia, terminé de entender lo que el viejo pudo haber sentido un día que Lucas, con 5 años, se me perdió en la playa. De no ser por su abuela que lo cubrió con el cuerpo cuando lo alcancé (le alcanza para eso y mucho más) le hubiera dado con la paleta (del juego pelota paleta) que llevaba en la mano.

Anónimo dijo...

Buena observación doña Sonia, "patúbulo" (aunque me encanta cómo suena) no existe en el idioma de Cervantes. Ahora no dirá usted que no queda bonito para patíbulo de patos.

*La Casalinga* dijo...

Yo le cambiaría el acento y la dejaría esdrujulizada: "PATUBULO".
En primer lugar, porque queda simpático y le da a uno la imagen de un bulo de patos. Después, porque rima con las palabras que a mí me gustan.

Anónimo dijo...

NO sería esdrujulizada dejándola "patubulo",si no más bien agravada.

Anónimo dijo...

A vos te parece???!!!... ya salíó la inventora de la pólvora!!... en que carajo estabas pensando??!!... por qué hiciste eso??!!! ...Nooo que pesadilla mi vieja con esos chillidos. La pregunta que le hace a una inconciente de 10 años, por qué esto, porqué lo otro?!!... ¡¡que se yo porqué!!, (porque se me dió la gana vieja hinchapelotas!!).
Siendo madre ya aprendí que hay cosas que no tienen una explicación más racional que: PORQUE SE ME DIO LA GANA, y no pregunto más. Si la cosa fue grave ya el reo se dió por condenado y sabe la que le espera. Yo no pego pero doy donde duele: No hay club, no hay tele, no hay computadora ni celular (eso es la muerte!!), usted se lo buscó m´hijito.
Me maté de risa Pablo, buenísimo.

Pablo dijo...

Sol, la vieja sólo me sacudía sujeto por ambos cachetes en sincrónica cadencia coincidente con cada una de las sílabas de la frase "sa-bés-que-ho-ra-es-las-diez". Siempre me pregunté que hubiera cambiado si sabía qué hora era, pero nunca en vos alta, Sol, no mastico vidrio.

Anónimo dijo...

Y esas son muchas sílabas...

Si le hubieses dicho: -"si vieja son las diez y cuarto", te hubieran tenido que hervir para sacarte el zapato del traste!!

Me mató "la esperanza fue lo último que se perdió", caradura todavía creías que ibas a zafar!!
... por razones que tenía bien conocidas... juajaaa!
Pablo, genio, no tiene desperdicio este post.

Pablo dijo...

Se agradece, Sol.

Mordizcos dijo...

que lindas estas aventuras Pablo! eso de aventurarse sin pensar en el despues. Disfrutar solo de la experiencia, por lo menos hasta la hora de volver.

Yo me escapaba a una pista de cross a unos kilometros, atravesaba todo un campo para ver las motos los domingos, mientras mi vieja se dormia la siesta.

un dia te cuento aventuras mas cercanas, por buenos aires sola. Queriendo soprender a algun amigo.Y perdida obviamente.
Ahora ya me retan los amigos y no los viejos.

un beso grandote a todos!

Anónimo dijo...

por dónde andás nene?

Anónimo dijo...

hace poquito mesié me hizo la misma... lo único es que yo le había recalcado que si iba a pasear que no se separaran él y su amigo, a donde vayas tú va Benno y al revés díjeles.
Volvieron a las 22 hrs, eso si juntos.
Si no le dí una que recuerde en días nublados es solo porque a un enano de 9 no se le dan instrucciones tan poco claras como las que les dí.
De gritonearlo se encargó su padre, correspondía.
(Vuelvo en Sept.)

Luisa dijo...

Pablito!!!!!!!
Volvimos....con unas ganas tremendas (aunque usted no lo crea) de volver a verlos...
Te extrañé, muy mucho.
Besos y abrazos

Pablo dijo...

Mordi, "quién te quita lo bailado" es pobre consuelo justo un minuto antes del catastrófico "después".
Lindo que pases.

Pablo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pablo dijo...

Ashi, estuve en Bariloche por trabajo. Me recontra cagué de frío, ya voy a contar.

Pablo dijo...

Ah siii Pal, el chico cumplió el mandato lo que pasa es que no sos clara. Con estos enanos se necesita un abogado para redactar las instrucciones.

Pablo dijo...

Hola Chamaquita, qué bueno que ya estén de vuelta. Abrazo de scrown.

Anónimo dijo...

Viste, qué dije yo!, que te habías ido en uno de tus viajes.
Era Sonia la escandalosa.
Tenés que dejarnos itinerario, horarios, actividades complementarias, todo.

Luisa dijo...

Pablito...estoy aquí, y no sé porqué me siento como cuando voy a casa de un amigo (sin avisar) y no está y como que siempre me cuesta un poco resignarme a que no está y que tengo que irme...pero no, me quedo como pasota allí, viendo el timbre, las plantas de la entrada, viendo que a la pared le falta una buena mano de pintura, contando las baldosas...pensando o esperando que aparezcas....bueno, así estoy ahora, viendo tu casita...y estaba viendo la foto del perro (estoy segura que me lo presentaste formalmente pero no recuerdo ahora su nombre) y me di cuenta del gatito que se le encarama...¿sigue con vida?....cuèntame....HABLA, di algo, que esto está más solo que un hijoeputa en un día del padre...(el símil lo escuché hace mucho y nunca nunca me siento con la tranquilidad de poder decirlo sin sentirme fuera de lugar o torpe o sin estilo o las tres cosas)pero aquí en el portal de tu casa, esperando a que aparezcas no me oye nadie...Ya me voy...vendré mañana a ver si hay noticias frescas...eso no se puede hacer caramba, PARA QUÉ ABRIR UN BLOG si no lo atiende!! el que tenga tienda, QUE LA ATIENDA!!
ariooossss
ya me empadroné!

Mordizcos dijo...

uy se larga a llover y no nos abre Luisa!

Vamos a golpearle fuerte?
queres un piquete en la puerta?

Ni el perro nos ladro!

besos y mas vale que aparezcas aca la que estaba autorizada a dar sustos de desaparecida era yo!

volveremosssssssssss

Pablo dijo...

Pasen con confianza chicas, el perro (Tango) nunca mordió a nadie.

Anónimo dijo...

¿y eso fucsia con alitas verdes detrás del cable del ventilador, qué es?
¿y el tubo que está al lado, con animales estampados, qué tiene?
Y eso negro como con pelos detrás del perro, qué es?

Luisa dijo...

pablo, yo que tú, salía a abrir...aunque fuera con gorra roja y bata....lo que sea, se te está juntando el mandado aquí afuera y lo que falta por llegar....