lunes, 31 de marzo de 2008

Sentimientos encontrados

Melisa encontró su príncipe azul en la tierna adolescencia y ya llevan juntos el tiempo necesario como para reflexionar sobre este problema. La verdad, al principio, volatilidad juvenil mediante, yo suponía que sería uno más entre otros (no tantos que no estamos de remate pero sí los suficientes como para acomodar la brecha entre su idea del romanticismo y la realidad) y en la medida en que se le abrieran nuevos horizontes la historia le pasaría por encima como nos pasó a muchos. Pero no.
Me acostumbré con el tiempo a verlos acaramelados (aunque sobriecitos) en las reuniones familiares y fué tarde cuando reparé que el encartado aparecía en todas las fotos. Claro que en el camino hice mis mejores esfuerzos por poner dique a semejante despliegue de hormonas, cumpliendo una a una las etapas de "padrealqueleestántratandodepirovaralanena" similares en su constitución y funcionamiento a las que atraviesan los enfermos terminales: negación, ira, negociación y aceptación.
Comencé restándole importancia al asunto; solía referirme a él como "el chico que sale con Meli" y ella invariablemente se plantaba: "somos novios Papá". Si, si, ya veremos. Con la ira tuve menos suerte porque es un buen pibe por dónde se lo mire, trabajador, compuesto, responsable, afectuoso (la Tana suele agregar "confiable" pero nadie lo es mientras de su entrepierna cuelgue una potencialidad tan devastadora) y atento. A su turno, él le puso el hombro a nuestra relación suegroyernil, demostrando habilidad para ayudarme en aquellas tareas para las que (Luisa dixit) tengo dos manos izquierdas. En la negociación, se sabe, los párvulos suelen correr el arco hasta que uno pierde la cuenta del partido que se está jugando: me pasaron como alambre caído (como a casi todos). Sólo queda la aceptación pero aún me resisto.

La Tana (que no es madre de Meli) estuvo conmigo y a mi lado en este proceso prodigándome sus sentencias tranquilizadoras (por un rato) como siempre:

Pero si es un buen chico
(y si, nunca mató a nadie)
Pero si se ve que la quiere
(claro, la quiere pasar por las armas)
¿No ves cómo la cuida?
(acá el que cuida soy yo, su padre, el autor de sus días, y nadie más carajo)
Andá acostumbrándote
(no, nunca, jamás, never in the prostitute life).

Así llegamos hasta hace algunos días atrás, cuando Meli pasó a buscarme por la oficina para almorzar juntos y me comentó que planeaba una fiesta sorpresa para su amado con motivo de su próximo cumpleaños (el de él, no el de ella). En la organización del evento, me dijo, está comprometida toda la familia (como dato curioso se hará en casa de mi hermano Gualo, miserable traidor hijodeunagranputa), con mi madre a la cabeza (otra que bien baila).

Esta tarde me sorprendí a mi mismo pensando en el regalo que le compraré.

Esta belleza deslumbrante, inteligente, simpática y amorosa es Meli:



Este es Damián (el susodicho)

viernes, 28 de marzo de 2008

Esta vez con humildad

Ahora que las tensiones empiezan a ceder, que se vislumbra un horizonte de entendimiento entre la gente de campo y el Gobierno, empiezan a conocerse los entretelones del conflicto. Por suerte mi viejo favorecedor continúa cerca del énclave presidencial pese al cambio de mando, y, por decir algo en su favor, menos por acólito que por saber dónde están enterrados los muertos. Así las cosas lo crucé casualmente ayer, transitando ajetreado los pasillos de la Rosada con un montón de carpetas en la mano.

- ¿Cómo va todo? le pregunté
- No sabés, parece que este quilombo del paro agropecuario no va a terminar nunca y encima voy de un ministerio a otro porque todo el mundo metió la cuchara, Economía, Interior, Justicia y Seguridad, falta la tuerta de Desarrollo Social y echamos los fideos.
- ¿Y qué se cuenta che?
- Mirá, ahora mismo le estoy llevando el proyecto de discurso corregido a la Señora para el acto de Parque Norte. Es lo mismo que el último pero con la palabra "humildad" inserta en el texto y además no tiene un porongo que ver con el congreso justicialista, pero me dijeron "vos lo metés ahí y te dejás de joder que no te pagamos para pensar sino para escribir". Y vos viste, donde manda capitán no manda marinero.
- ¿Te parece que con esto se aplacarán los ánimos? Porque por ahora están viendo quién la tiene más larga y ella es mujer.
- La verdad, a mi me gustaba más la idea original, la del soneto, pero ella se emperró y no hay quién la mueva un palmo.
- ¿Otro soneto?
- ¿Cuándo te vas a avivar piscuí? en política lo nuevo es lo que ya se había olvidado y el que se mantiene en tapa es el más memorioso.
- Pero no te pudeo creer, ¿otra vez convocaron al multifuncional y polietílico funcionario del primer mandato?
- No, el solito se sumó. Parece que le mandó por mail la idea al bizco directamente a la computadora personal que se compró para las oficinas nuevas de Puerto Madero. Te cuento que no sabe abrir un correo, si me apurás te digo que no te dibuja un cero con la ayuda de un vaso, pero según él no se gastó tanta guita en ese búnker para no tener una mísera notebook sobre el escritorio. En fin, hay que ponerse en su lugar, a nadie se le caía una idea, el país es un hervidero, el conflicto tiene más puntas que una rastra y la doña lo traía al salto por un bizcocho. El tipo no estaba para andar descartando posibilidades así porque sí. Y la idea no estaba mal, sabés? le faltaba pulido pero no estaba del todo mal. Fijate que tras 10 días de quilombo, con cortes de ruta en todo el país, la gente que salió en semana santa con los huevos al plato por los piquetes y toda la comida paralizada y pudriéndose al pedo por los caminos de Dios, lo primero que hace esta mujer apenas le ponen un micrófono cerca es llamarlos piqueteros de la abundancia; a ellos! justamente a ellos, crema y nata de la High Society, gente refinada y culta que demandaba altura en sus interlocutores. Sinceramente te digo, la idea del soneto era mejor, aunque con tantas correcciones quedó desnaturalizado era sin embargo más apto para tender un puente de diálogo con gente de primer nivel.
- ¿Y a ella no le gustó?
- ¡Qué le va a gustar, le dijo "no empieces otra vez a romper las pelotas con esa mierda, ¿qué querés? ¿ridiculizarme? ¿que sea el hazmerreir de todos? ¡yo soy la Presidenta, pelotudo! andá sabiendo que las decisiones las tomo yo y no tus inútiles y serviles acomodados". Al final pobre chabón salió jodido por comedido.
- ¿Lo tenés ahí? le pregunté muerto de curiosidad.
- Sí, acá tenés, y ya sabés, si alguien pregunta nunca tuvimos esta conversación.

Esto decía la hoja A4 que hasta hoy conservo:

SONE TOK II

¡A los surcos, al arado, compañeros
productores medianos y pequeños
De grandezas es tiempo y del empeño
que enaltece nuestro campo y sus obreros!

No me enrostren, por tan poco, chacareros,
sus rastras puntiagudas y sus ceños,
que érais pocos el anterior decenio
y mas dóciles también, y mas austeros.

¿Y ahora que la tierra os da sus dones
y la abundancia llena vuestras manos
os volvéis piqueteros reaccionarios?

¡Se quedan como están las retenciones,
y les mando a D´Elía y a Moyano
si me siguen llenando los ovarios!

miércoles, 26 de marzo de 2008

El que dice lo que no debe, escucha lo que no quiere

El sábado por la mañana pintaba bastante bien. Las tareas domésticas (compras de supermercado, lavado del auto, corte de pasto y limpieza del jardín) se pusieron al día el viernes santo y el fin de semana se ofrecía venturoso. Mientras desayunábamos Lola llamó a su hermana mayor e hizo planes para pasar dos días con ella, mejor todavía.
Con la Tana armamos un programa para Goyo (feliz y libre del yugo hostil de ya saben quién)que incluyó mimos y paseos de toda índole.
Por la noche fuimos a cenar a un conocido shopping de zona norte para rematar lo que hasta ahí era un buen día. En ese patio de comidas nos encontramos todos los pelotudos que, como yo, permanecimos en Buenos Aires durante el feriado largo.
El que haya pasado por la experiencia no ignorará que comer en ese lugar requiere toda una maniobra logística. Para empezar la variedad de ofertas gastronómicas conduce inexorablemente a comprar platos distintos en tantos locales como comensales haya, en medio de codazos y apretujones. Así, cajita feliz para Goyo y Sushi y otras delicadezas para nosotros.
El problema fué que al niño (como corresponde) se lo atendió primero y para cuando llegó nuestro turno él ya había terminado y estaba aburrido de jugar con el dichoso juguetito y otras cosas que la Tana le había comprado. Como pasa siempre que le toca ser hijo único estaba exhultante, desaforado, y empezó a hacer su gracia de salir corriendo y mezclarse con la multitud. Casi sin probar bocado busqué una sillita de infantes y lo senté sin más preámbulo. El chico por supuesto berreó sacudiéndose como un maníaco y pidiendo upa a los gritos pelados por espacio de 15 minutos.
En algún punto del sainete se acercó a nuestra mesa la típica gorda comadrona, metida argentina y dirigiéndose a la Tana (yo estaba de espaldas al enemigo) le dijo en un chillido: ¿no te da vergüenza torturar así a ese chico que está llorando hace media hora?. Dicho esto volvió a la mesa contigua donde estaba acampando con su marido e hijo de unos 6 años.
Conviene a esta altura del relato, aclarar que la Tana cultiva las exhasperantes virtudes de toda buena chica católica: Es incapaz del menor acto de violencia (ni siquiera conmigo), no levanta la voz (excepto a mí), no insulta ni utiliza epítetos descalificantes (excepto conmigo) y es la mayor parte del tiempo perfectamente dueña de sí misma (me enorgullece ser el único que puede sacarla de quicio). De modo que nos miramos sin decir nada, miramos al tanito (le decimos así por el parecido con su madre) que dejó de llorar y clavó los ojos sorprendidos en su improvisada defensora mientras ésta se alejaba moviendo en vaivén rítmico un culo inconmensurable como una pantalla de cinemascope.
- No puedo creer el atrevimiento de esta mujer - dijo por fin la Tana. Y tal vez sea cierto que no pudiera creerlo, ya que cualquiera que la conozca sabe positivamente que es tan incapaz de causar daño consciente como de volar por el aire batiendo los dedos de los pies.
Entretanto yo repasaba mentalmente las enseñanzas de Tsun Tsu sobre el arte de la guerra: La gorda había ganado la primer batalla aprovechando el elemento sorpresa, convenía replegarse y planificar antes de contestar el ataque, pero sin dejarle tiempo para reagrupar sus neuronas. La otra cuestión concernía al cómo del enfrentamiento, a meditar una réplica lo bastante brutal para terminar de una sola vez pero sin que la cosa pasara a mayores. Es curioso, sabía que había hecho bien en reprimir el impulso primario de contestarle "andáalavartelastetasgordademierda", pero entre más lo pensaba más se me agolpaba la sangre en las sienes.
No habían pasado 5 minutos cuando me acerqué a su mesa con la respuesta sabida. Hela aquí:
- Voy a decirte tres cosas; hablar de tortura sin cuidado de la dimensión significante que tiene esa palabra es una torpeza, interpelar a personas desconocidas usando una confianza que no te han dado es una grosería y no distinguir entre un berrinche y el verdadero sufrimiento revela ignorancia. Esto define la impresión que me dejaste: ¡Sos torpe, grosera e ignorante!; repito (bien fuerte para que todo el mundo nos mire) ¡sos torpe, grosera e ignorante! -
La gorda quedó perpleja, miró a su marido (un flaco con cara de buen tipo) reclinado en el asiento de al lado que me observaba sin mover un músculo con gesto de resignación doliente. "No sabés hermano la cantidad de veces que pasé por esto", decían esos ojos.

Ya de salida, al pasar frente a su mesa, la gorda abrió la boca para decir algo y entonces, justo ahí, la Tana mostró su verdadera naturaleza despiadada clavando el estoque mortal en el abatido (aunque generoso) pecho de su oponente: - Estás opinando con ligereza -le dijo inmisericorde. No se lo mandó a decir, la mató pobre gorda.

jueves, 13 de marzo de 2008

Preferencias

A Goyo le encantan las mujeres. A sus tres añitos tiene bien entendida su naturaleza proveedora (no la suya propia obviamente sino la de las féminas en general), su disposición al mimorreo alcolchadito de las tetas, su paciencia y su tendencia congénita a saber lo que debe hacerse en cada caso y en todo momento.
En particular idolatra a su madre -como cabe esperar- contra quien pasa el tiempo que puede literalmente incrustado. Pero también disfruta de su hermana mayor (22), de sus abuelas (más la materna que la paterna respecto de la cual tiene algunos reparos y no lo culpo), tías, personal doméstico, maestras jardineras, pediatras y otras profesionales de la salud, etc., etc., etc. Su máxima en la vida parece ser: "Si tiene tetas es morrongable y por lo tanto confiable".
Conmigo en cambio mantiene una relación convencional (y por defecto) de padre-hijo, signada por las correrías propias de varones (en lo que su corta edad alcanza y mi autoridad paterna permite), pero sin dudar un segundo interrumpe cualquier cosa para acudir al llamado de su madre y hundir la cara en su vientre (el de ella claro, no el de él, lo cual por otra parte es materialmente imposible).

Hay un sólo caso en el que cede su temprano afecto por el género opuesto y es cuando le toca tratar con su hermana Lola, apenas mayor. Y es que en tantas batallas libradas con dispar fortuna (perdiendo casi siempre), por cualquier causa que pueda ser materia de disputa, Goyo ha cultivado un no injustificado recelo hacia ella. Podría decirse, por la expresión de su cara cuando Lola se le acerca, que le provoca idéntica ternura que la que podría inspirar una tarántula regular. Sólo hay una cosa peor que Lola para él, y es la coincidencia físico-espacial de ella con mi sobrina Guillermina (ambas de la misma edad). La siguiente secuencia fotográfica me exime de mayores abundamientos.





Acaso tan pequeño, tenga ya adquirido cierto conocimiento de capital importancia en la vida de un hombre: La confiabilidad de las mujeres es inversamente proporcional a su número.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Nace una estrella

Siempre supimos que Lola nació para el glamour y los flashes. Nadie como ella disfruta de ser el centro de atención de cualquier (se bien lo que digo) evento social, pasa largos ratos cambiándose de ropa, disfrazándose de princesa y cantando canciones inventadas (con un maldito micrófono que le regaló mi suegra) mientras baila y hace poses frente al espejo. Es toda demanda, toda exhaltación.

Igual que muchos padres suburbanos asistimos con mi mujer a la fiesta de bienvenida el primer día de jardín y apenas entramos las maestras de salas de 4 y 5 (Lola empieza preescolar y va allí desde los dos años) nos arrancaron a nuestros vástagos de las manos y los llevaron a sus salas. Los más chicos (por caso Goyo, de 3) debían permanecer con sus padres y tomar posiciones en el salón de actos aguardando a que empiece el evento. Allí fuimos los tres y hasta aquí todo parecía normal y corriente.

Los chicos de 4 y 5 comenzaron a ingresar por grupos, cada uno detrás de su maestra, a travás de una puerta lateral y se ubicaban sentaditos en el suelo sobre una alfombra frente al escenario. Empecé a cogotear para ubicar a Lola entre sus compañeritos de siempre pero no la encontraba. Empezó a sonar la marcha de la bandera y ella no aparecía de modo que la Tana fué a ver qué estaba pasando. Cuando volvió, después de hablar con la Seño Celes (su maestra), volvió la Tana sonriente y me dijo: Lola va entrar con la bandera de ceremonias!

Yo que no había cargado la batería de la cámara para no filmar otro monótono numerito escolar representado por insípidas, desafinadas y torpes maestritas jardineras, me eyecté del asiento y corrí con el celular en la mano para sacarle alguna mísera fotito aunque más no sea.

Aquí la prueba instrumental (tiro por elevación para Sonia, una foto es instrumental, no documental):



(Lola a la izquierda de su pantalla)

De vuelta en el auto venía cantando "aquí está la bandera y yo la traigo ..."
y su madre le dice: no Lola, es "idolatrada"
¿Quién yo? preguntó la niña.
No Lola, la bandera.