martes, 25 de noviembre de 2008

El principio de Peter

Lolita pasa por una racha negra y peluda hecha de eventos fatalmente inevitables y también de los otros. Para empezar le prescribieron anteojos a la tierna edad de 5 años (no puedo menos que subrayar el éxito de mi vieja en trasmitir el gen del astigmatismo que heredó de su padre, a mí primero y por extensión a mi niña ya que el resto de la familia tiene vista de lince) y el tratamiento incluye el uso de un parche oclusivo alternadamente en cada ojo durante dos horas por noche. Luego comenzó a perder los dientes (dos hasta ahora) ganando algo de dinero en la empresa a costa de su nueva sonrisa despoblada. Por último, en una de sus correrías por el patio de casa cayó al suelo fracturándose la muñeca izquierda. Mi amigo Tambu tiene un dicho para estos casos: "a veces la soga viene con mierda y hay que agarrarla con los dientes", pero ella lo toma con buen humor.

El domingo me decía - "Papi, ya tengo parche en el ojo, garfio (en realidad yeso) en la mano y boca sin dientes, sólo me faltan el loro y la pata de palo para ser un pirata" - queselevacé.

Puede pensarse que ya tuvo bastante, que nomás cabe ir mejorando, pero sólo hasta leer la prolija notita manuscrita en el cuaderno de comunicaciones del jardín de infantes donde asiste:

24/11/08
Queridos Papis
Hoy la vi a Lola con un yeso,
necesitamos un certificado médico y
que nos cuenten qué puede hacer y qué no.

Besos, Celes (por Celeste, su maestra).

Aguda observación (Celes, no se te escapa una), y puedo también entender, en un razonable esfuerzo de interpretación, el recaudo del certificado en cuestión. Hasta ahí llego.

Dijo el doctor Lawrence Peter: "En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta alcanzar su nivel de incompetencia", de lo que resulta que con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones y que el trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia.

Parece que empezaste temprano Celes (no quiero ni pensar cuando llegues a directora), por vueltas y vueltas que le doy al asunto apenas puedo empezar siquiera a imaginarme dónde comienza y termina esa lista.

¿Me ayudan?

Querida Celes:

Momentáneamente Lolita no puede ...

1) RASCARSE EL CULO CON LA MANO IZQUIERDA
2) SALTAR CON GARROCHA
3) COLGARSE DEL PASAMANOS
4) HACER LA VERTICAL (CAMINAR DE MANOS)
5) HABLAR COMO LOS SORDOMUDOS
6) PRACTICAR KICKBOXING
7) BARRER EL AULA
8) ALIMENTAR TIBURONES
9) TOCAR EL CIELO CON LAS MANOS (AL MENOS NO CON AMBAS)
10) APLAUDIR
11) HACER PITO CATALÁN
12) JUGAR A CACHURRA MONTÓ LA BURRA
13) TOCAR EL TOC TOC
14) BAILAR FLAMENCO
15) INTERPRETAR LA SONATA EN DO MAYOR K545 DE MOZART
16) MANIPULAR PIEZAS DE RELOJERÍA
17) DESACTIVAR BOMBAS

Y todo aquello que tu prudente arbitrio juzgue desaconsejable.

martes, 18 de noviembre de 2008

Juan me hizo acordar

LLegado cierto punto empecé a aburrirme del único traje que traía puesto aquel 27/10/01 y volví a mi casa vacía con la intención de llevarme la ropa y efectos personales que cupieran en mi modesto autito. Ya en la tarea me dí cuenta de la cantidad de ropa en desuso que había acumulado y haciendo cálculos mentales sobre el espacio disponible en mi nuevo hogar dejé bastantes cosas para la caridad. Hice bien, un tiempito después la Tana, empeñada en demostrar sus habilidades culinarias a fuerza de picada, entrada, plato y postre todos los días, produjo una expasión notable de mi humanidad, a punto tal que de lo exiguo rescatado quedó aprovechable poco más que las corbatas y los zapatos. Por supuesto no la enteré de la maniobra hasta que estuvo cumplida. Dos días antes ella me había dado un juego de llaves y urdí aquel plan durante una mañana después de que se fué a trabajar, no era cuestión de hacerle lugar a la duda, no señor. Volvió a casa una tarde, se encontró con mis petates acomodados desmañadamente en el placard y sonrió. Falsa alarma.

Con franqueza no recuerdo días mejores que aquellos, éramos sólo nosotros dos y nuestro pacto tácito de dejar correr agua bajo el puente antes de participar a nuestras respectivas familias. Pero, promediando diciembre, el viejo Juan, quien visitaba regularmente a su hija (cabe aclarar a esta altura que hasta hoy me maravilla aquel celo paterno resurgido el día que la Tana plantó bandera con el obispo - tres años antes de toparse conmigo - y volvió a su casa, de la que había salido con tiernos 18 recién cumplidos; fué - a mi modesto entender - como una actualización abrupta de toda esa dedicación amorosa que había quedado de alguna manera mocha cuando su niña entró al convento) el viejo Juan - decía - empezó a preguntar por el origen de las botellas de vino a medio tomar (y algún que otro cadáver de vidrio) que reposaban en la mesada de la cocina, siendo que la Tana vivía sola y no bebía alcohol. La excusa de los compañeros de facultad enófilos que se habían reunido para estudiar en su casa (nuestra casa) la noche anterior empezó a quedar chica y ella con tan poco andado en cuestiones mundanas, empezó a necesitar coordenadas que la remitieron a Silvina, su hermana menor (mi cuñada); en fin, cosas de mujeres. No tardó en enterarse mi otra cuñada (Cristina, la esposa de Estéban, el mayor) y, dado que todos trabajaban juntos en el negocio familiar, también Dora, mi suegra.

Así fué que una buena mañana, a mes y medio de vivir juntos, le pregunté por la vigencia de nuestro acuerdo implícito: "¿Hay alguien - aparte de vos obviamente - que esté enterado de mi existencia?"

"Si, no aguanté más y se lo conté a todo el mundo, los viejos quieren conocerte y vienen a almorzar hoy" - soltó de un saque como tirón de curita. . .

He oído que sólo el hombre y los delfines tienen la incómoda habilidad de representarse abstractamente la vivencia de sus semejantes (ponerse en el lugar del otro que le dicen) y hasta allí me llevaron mis (despavoridos) procesos mentales.

<¿Qué haría yo si me entero que mi hijita, mi frágil retoñito, está conviviendo furtivamente con un divorciado a mis espaldas, de quién nada sé, eh, eh, qué haría? Respuesta probable: lo mato haciendo que parezca un accidente>

Salí con el pretexto de comprar un árbolito de navidad y otras chucherías, tenía que estar a solas con mis elucubraciones para ensayar argumentos convincentes, era la voz de la sangre la que urgía soluciones, de mi sangre, la misma que si no se me ocurría algo pronto seguramente sería derramada.

Llegaron puntuales con la comida y el vino, dos botellas de malbec Trumpeter que parecían frasquitos de penicilina entre las manazas de ni suegro, con dedos como racimos de longanizas parrilleras. Le tendí mi mano franca, con gesto más bien contrito, calculando que aquella mole de metro noventa y pico y 120 kilos podía triturarme en lo que tarda a arder un fósforo si se lo propusiera, él me atenazó ambos hombros (estoy en el horno con papas - pensé), me atrajo hacia su pecho de una hectárea más o menos, me abrazó y me besó en la mejilla. A su turno Dorita, cuya virtud más saliente es sin dudas la hospitalidad.

La comida transcurrió plácida y serena, sólo una pregunta personal me hizo el viejo: "¿de qué cuadro sos?". Felizmente de Independiente, histórico perdidoso ante River Plate, el club de sus amores.

Me sentí bienvenido (es curioso porque estaba en casa), aceptado, creído, he llegado a quererlos mucho y sé que también me quieren. Después de todo alguien que se aparece con un buen vino no podía resultar mal tipo (distinto es el caso de mi madre política quien - previamente advertida por la Tana de que lo único que no como ni por orden del juez es apio - trajo una generosa porción de ensalada Waldorf rebosante de dichos tallos verdes; a su favor puedo decir que no ha vuelto a hacerlo).

martes, 11 de noviembre de 2008

Y bueno pues

Acepto la encerrona con las reglas de Dosto (nada de andar cargoseando al prójimo, el que quiera que se sume por derecho propio) y dando aquí por reproducidas las condiciones de vigencia de la cadena.
Seis cosas que me hacen feliz excluyendo niños, sexo y contar billetes (suenen oboes, trombones y platillos):

1. Beber con moderación más bien amplia, cerveza negra helada de noviembre a marzo.
2. Idem, cabernet sauvignon a 18° C de abril a octubre.
3. Sentarme a comer en una mesa generosamente servida (la sola visión de la abundancia gastronómica ya me pone de buen humor).
4. Ser bien recibido.
5. Que lo correcto y lo incorrecto resulten según yo lo discierno y las cosas salgan como tenía pensado (aunque nadie me dé la razón).
6. Pescar con la Tana al lado cebándome unos mates.

Dése por cumplido y con las debidas constancias, archívese.