Nuestra relación no empezó bien, ya es sabido, un poco por su costumbre de atestiguar con minucia nuestros eventos íntimos de toda intimidad (siempre ha sido discreta eso sí, no se ha sabido que hablara de ello jamás) con esos ojos redondos, inhóspitos y amarillos, otro poco, bueno simplemente porque es una gata y yo prefiero a los perros. Pero dadas las circunstancias de su antigüedad en el cargo, su genio más bien prescindente, su notoria habilidad para adaptarse y sus escasas pretensiones hemos aprendido a convivir sin reflexionar demasiado, ni ella ni yo, sobre la naturaleza del vínculo que nos une. Lleva en casa el tiempo suficiente para haber alcanzado la categoría de lo que las burocracias gubernamentales suelen llamar "un ser perfectamente institucional" y está allí desde antes, desde siempre, desde el principio.
La primera vez que discutimos el punto en debate fué el dominio del lecho matrimonial, el cual no estaba dispuesto a compartir más que con la Tana; pero ella dormía ahí desde antes e insistía con su felina perorata de derechos adquiridos: Prior in tempore potior in iure - era su postura inamovible. Cuando mis razones fueron sistemáticamente desestimadas se me ocurrió dejarla encerrada en la cocina por las noches y con eso dí por zanjada la disputa. Pero ella aprendió a abrir puertas (con una pericia de la que francamente nunca la creí capaz hasta verlo con mis propios ojos) y desde entonces duerme en mi cama (o en cualquier otra cama que se le antoje).
Siempre estaba ahí entre nosotros metida como liga de gorda y por el tiempo en que se aproximaba la llegada de Lola nos preguntábamos cómo reaccionaría ante la recién llegada, ¿sentirían celos los gatos? y lo que es más importante ¿obrarían en consecuencia?. Volvimos a hablar ella y yo, esta vez en el balcón: "¿Ves aquel patio doce pisos más abajo?, bueno, será lo último que veas si le hacés algo a Lolita". Y de nuevo la bicha supo exactamente qué hacer; la nena no llevaba un mes de nacida cuando la sorprendí sobre la cama reclinada sobre su cabecita acicalando a la bebé como si fuera un cachorro propio; te estoy observando - la amenacé, y ella me ignoró. Tiempo después, afirmándose en su designio, cazó un laucha vaya uno a saber dónde y la depositó justo al ladito de la cuna donde su nueva aliada dormía como ... bueno como un bebé justamente, y se salvó de ser ajusticiada porque un veterinario me explicó que, superada la repugnancia, ese felino gesto debe interpretarse como una ofrenda. Igual trato para Goyo, si una cosa tiene es ecuanimidad.
Está claro que le gustan los chicos, en eso coincidimos, pero a mí me gustan los perros y a ella no. Siempre he pensado que los perros y las vacas fueron reflexiones tardías del Creador, después que diseñó y puso en funciones a la primera pareja humana: la vaca para aliviar el trajín de la lactancia por el que suelen pasar las mujeres en algún momento, los chicos necesitan leche durante todo su crecimiento y así no hay teta que aguante, era de toda lógica crear para ellas una ayuda suplementaria; al perro en cambio lo hizo pensando en darle al hombre un compañero fiel que no le rompa las bolas, que encuentre divertidos sus eructos, que lo reciba siempre del mismo modo incluso cuando haya acariciado a otros perros, que lo cuide y de paso le ponga el hombro también a algún trabajo. Sabio el Barba, por algo está donde está.
Decía que en el asunto de los perros no hay consenso pero ocurre que ella, por causas ajenas a su voluntad, debe convivir y compartir territorio con cuatro monstruos en cuyas fauces cabe cómodamente alojado un gato adulto, y si bien esto le planteó alguna dificultad al comienzo, ella no es bicha de un sólo recurso y no tardó en encontrarle la vuelta. Si un observador desprevenido la ve hoy en día, abrirse paso horondamente entre tanta mole dientuda que se aparta casi con reverencia de su ruta, como pidiendo disculpas por haberse interpuesto en su camino, se preguntará seguramente cómo lo logró, cómo no teme que incluso sin intención de manducarla, sólo por jugar la dejen hecha jirones, si no individualmente al menos con el coraje anónimo que les da actuar en jauría. Pues bien, porque la primera vez que se topó con uno de ellos probó una táctica infalible - no exenta de cierto riesgo - que luego repitió exitosamente con todos los demás: apenas llegaron uno a uno siendo todavía cachorros (de 30 kilos pero cachorros) les dibujó un ta-te-ti en el morro con la zarpa. Basta una advertencia porque ellos crecen hasta pesar unos 70 kilos pero no toman razón de ese poderío, en sus memorias queda impresa la derrota, nunca olvidan a quien les sacó sangre y por eso no arriesgan la chance. Con el mismo principio operan los domadores de elefantes: sorprende ver tamañas moles sujetas por una anilla en su pata encadenada a una estaca metálica de 50 cm clavada en la tierra; ¿por qué no usan la fuerza que les sobra para liberarse de una prisión tan endeble? porque la primera vez que los ataron eran cachorros y no tenían esa fuerza, lo intentaron pero no pudieron y ahora no saben que pueden.
Volviendo al tema ¿sabés qué significa tener huevos para mí? eso, ser un gato y dominar entre 4 dogos de burdeos, ahí hay huevos y no pavada, qué digo huevos, ¡HUEBOS!, con b larga y con mayúsculas.
Esta es Jacinta, fea como culo de hombre y mal arriada como bolsa de vidrios, pero quién dirá que no se ganó lo suyo poniendo lo que hay que poner.
La primera vez que discutimos el punto en debate fué el dominio del lecho matrimonial, el cual no estaba dispuesto a compartir más que con la Tana; pero ella dormía ahí desde antes e insistía con su felina perorata de derechos adquiridos: Prior in tempore potior in iure - era su postura inamovible. Cuando mis razones fueron sistemáticamente desestimadas se me ocurrió dejarla encerrada en la cocina por las noches y con eso dí por zanjada la disputa. Pero ella aprendió a abrir puertas (con una pericia de la que francamente nunca la creí capaz hasta verlo con mis propios ojos) y desde entonces duerme en mi cama (o en cualquier otra cama que se le antoje).
Siempre estaba ahí entre nosotros metida como liga de gorda y por el tiempo en que se aproximaba la llegada de Lola nos preguntábamos cómo reaccionaría ante la recién llegada, ¿sentirían celos los gatos? y lo que es más importante ¿obrarían en consecuencia?. Volvimos a hablar ella y yo, esta vez en el balcón: "¿Ves aquel patio doce pisos más abajo?, bueno, será lo último que veas si le hacés algo a Lolita". Y de nuevo la bicha supo exactamente qué hacer; la nena no llevaba un mes de nacida cuando la sorprendí sobre la cama reclinada sobre su cabecita acicalando a la bebé como si fuera un cachorro propio; te estoy observando - la amenacé, y ella me ignoró. Tiempo después, afirmándose en su designio, cazó un laucha vaya uno a saber dónde y la depositó justo al ladito de la cuna donde su nueva aliada dormía como ... bueno como un bebé justamente, y se salvó de ser ajusticiada porque un veterinario me explicó que, superada la repugnancia, ese felino gesto debe interpretarse como una ofrenda. Igual trato para Goyo, si una cosa tiene es ecuanimidad.
Está claro que le gustan los chicos, en eso coincidimos, pero a mí me gustan los perros y a ella no. Siempre he pensado que los perros y las vacas fueron reflexiones tardías del Creador, después que diseñó y puso en funciones a la primera pareja humana: la vaca para aliviar el trajín de la lactancia por el que suelen pasar las mujeres en algún momento, los chicos necesitan leche durante todo su crecimiento y así no hay teta que aguante, era de toda lógica crear para ellas una ayuda suplementaria; al perro en cambio lo hizo pensando en darle al hombre un compañero fiel que no le rompa las bolas, que encuentre divertidos sus eructos, que lo reciba siempre del mismo modo incluso cuando haya acariciado a otros perros, que lo cuide y de paso le ponga el hombro también a algún trabajo. Sabio el Barba, por algo está donde está.
Decía que en el asunto de los perros no hay consenso pero ocurre que ella, por causas ajenas a su voluntad, debe convivir y compartir territorio con cuatro monstruos en cuyas fauces cabe cómodamente alojado un gato adulto, y si bien esto le planteó alguna dificultad al comienzo, ella no es bicha de un sólo recurso y no tardó en encontrarle la vuelta. Si un observador desprevenido la ve hoy en día, abrirse paso horondamente entre tanta mole dientuda que se aparta casi con reverencia de su ruta, como pidiendo disculpas por haberse interpuesto en su camino, se preguntará seguramente cómo lo logró, cómo no teme que incluso sin intención de manducarla, sólo por jugar la dejen hecha jirones, si no individualmente al menos con el coraje anónimo que les da actuar en jauría. Pues bien, porque la primera vez que se topó con uno de ellos probó una táctica infalible - no exenta de cierto riesgo - que luego repitió exitosamente con todos los demás: apenas llegaron uno a uno siendo todavía cachorros (de 30 kilos pero cachorros) les dibujó un ta-te-ti en el morro con la zarpa. Basta una advertencia porque ellos crecen hasta pesar unos 70 kilos pero no toman razón de ese poderío, en sus memorias queda impresa la derrota, nunca olvidan a quien les sacó sangre y por eso no arriesgan la chance. Con el mismo principio operan los domadores de elefantes: sorprende ver tamañas moles sujetas por una anilla en su pata encadenada a una estaca metálica de 50 cm clavada en la tierra; ¿por qué no usan la fuerza que les sobra para liberarse de una prisión tan endeble? porque la primera vez que los ataron eran cachorros y no tenían esa fuerza, lo intentaron pero no pudieron y ahora no saben que pueden.
Volviendo al tema ¿sabés qué significa tener huevos para mí? eso, ser un gato y dominar entre 4 dogos de burdeos, ahí hay huevos y no pavada, qué digo huevos, ¡HUEBOS!, con b larga y con mayúsculas.
Esta es Jacinta, fea como culo de hombre y mal arriada como bolsa de vidrios, pero quién dirá que no se ganó lo suyo poniendo lo que hay que poner.
43 comentarios:
Con los posts que nos deja ,Pablo,vamos conociéndole a ud y familia,sus vivencias caseras y familiares,sus formas de ver las situaciones y tantas cosas.No hay duda que ha sido interesante la reflexión que lleva adherida su escrito,así como las ternuritas que desprende.Además me he quedado con un detallito:no son uds supersticiosos,¿viven en un piso 13,¿no?.jaja.
Saludos cordiales.
cómo se notan la profesión y las preferencias literarias, míster... quien no vea a Borges y un abogado ahí metidos, es porque estaba leyendo el Patoruzú.
¡¡¡Y qué grande la Jacinta!!!
Laura-E, en ese entonces vivíamos en un piso 12, tenga en cuenta que la altura de los pisos se cuenta por la planta, no por el techo que vendría a ser el suelo del piso 13 (Jaci igual me entendió).
Honor que me hacés Martín, lo de Borges un poco mucho.
El latinazgo es un principio general del derecho presente en casi todas las legislaciones del mundo y significa que el primero en el tiempo es el mejor en el derecho. Cómo será su intrínseca justicia que sin necesidad de regulación específica en todas partes se hacen colas.
Pablo! esa gata vale sus HUEBOS en OBARIOS DE oro!!! jaja no seas terco ni tan pudoroso con los ovarios carajo! ese porte, esa intuición, esa sabiduría de presición es bien femenina!!!
jaja es fea sí parece el malo de la guerra de las galaxias jaja pero que talento!!!
Me encantan las gatas mariposa.
¿Por jugar con los errores ortográficos pusiste oronda con hache..?
Yo fea no la encuentro.
Eso si, qué pocos culos de hombre has visto en tu vida... y por lo menos te faltó ver un par que te recomendaría porque cambiarías de opinión, pero seguro me sales con que no te interesan.
Y esa gata es lo máximo, pero por su amor a los niños. La lamía? qué animal más lindooo.
Acaba de pasar una amiga con su hija de 5 meses por mi casa y todavía estamos con el corazón destrozado del amor que producen esos enanitos, y más si son los hijos de gentes que uno quiere.
(Ashi, gracias, yo por acá acababa de corregir mentalmente y pensaba poner oronda con hache para siempre.)
Eso, hay unos culitos... Yo no lo iba a decir tan así pero Pal me indujo...
Ah,pues es cierto.Pero estaban muy cerca del numerito dichoso.De cualquier manerano les percibo supersticiosos.
Disculpen las descoordinaciones de mi teclado y mi ordenador;se come letras,no usa espacios algunas veces...hay que ir pensando en un cambio.
Que lindo que escribís! es como que uno lo estuviera vi-viendo.
Divina la Jacinta, se merece que te empiecen a gustar los gatos, o por lo menos "las gatas"
o por lo menos la Jacinta... pónle.
Cerremos en "agallas", Trena, expresión válida a ambos lados del charco; esa gata tiene agallas tanto joder! Y es bien fulerasa, la natura no le ahorró una sola mancha, y pa´pior negras, y pa´más pior en la jeta, quevacé.
Punto para Ashi.
¿Te cuento una curiosidad Ashi? los gatos que tienen más de 2 colores (gatos mariposa como bien decís) son siempre hembras, no hay machos de 3 colores según me dice mi veterinario de cabecera, un tema de genes que no entendí del todo.
Don Víctor no sea alcahuete, haga el favor!
Tenés razón, Pal, no he visto tantos culos de hombre en mi vida como para formar juicio crítico al respecto, pero lo dicho es un refrán popular y en tanto tal y, por constituir máximas de experiencia, suelen contener fuertes dosis de verosimilitud.
Es oronda sin "h", mujer, aunque te parezca mentira me equivoqué.
Ashi comportate!
Vea Laura-E, no soy superticioso pero tampoco tiento al destino (que las hay las hay diría mi abuela).
Alba, un gustazo tenerte por acá, estás en tu casa. Y no, yo jamás confesaría que me gustan "los gatos", lo cual aclaro para constancia, no es cierto de todos modos. Pero Jaci me cae bien.
Pal, con Jaci está todo bien.
Pablo.
Llego tarde, pero no se porque no se actualiza tu blog, ni el mio, Luisa se quedó en la carta que le escribió el niñito a mi hija..como ves?
Bueno...los gatos...los perros...la diferencia es que para un perro, tu eres el rey, y él esta a tus órdenes vive para ti.
En cambio, el gato es el rey, y tu y todos! estan a sus órdenes.
Yo prefiero los perros, me gusta que me hagan sentir como una reyna que soy! jijijiji.
Saludos a la Jacinta Pichimahuida.
Un perro es justo lo que necesitás hoy, Linda, él nunca te quedará de menos y dará hasta la vida por cuidarte.
Exacto, tricolores son gatas, siempre. No hay masculino mariposa.
Y gato completamente blanco, sin mancha ninguna, es siempre cieguito, pobre.
Me quedé pensando: es la primera vez que Pablo acepta una corrección, que yo sepa.
Tannnaaaaaa venííííííií!!! ´¡¡¡MIráááááá!!!!!
(Mirá las satisfacciones que nos podía dar "oronda" jijiji)
(y Ashi no se quedó oronda jaja) vengo corriendo a actualizarme, el tarado de blogger vuelve a hacer de las suyas.
Me quedé pensando, en eso de que no hay gatos mariposas, ¿por eso en México les decimos mariposas (o mariposos) a los gays? (no creo,pero lo asocié). Y Ashi, cuando hablas de gatos blancos sin mancha ¿hablas de gatos albinos?, o sólo el color??
Me encantó leerte, Pablito. Me gustó la relación que tienes con Jacinta (el nombre le va que ni pintado) y yo creo (yo soy perruna,nunca me he planteado tener gatos,perros? siempre) que mucho tendríamos que aprender de ella, tomo nota.
Un abrazo.
Ashi yo admitiría mis defectos si tuviera alguno.
Chamaquita la verdad yo no tuve oportunidad de sopesar la idea de convivir con Jaci, fué al revés.
Ahora decime si su estrategia defensiva no debería con justicia enseñarse en las academias militares.
Adoro a los gatos ,son tan personales ,tan individualistas ,consiguen siempre lo que quieren y el que no tuvo nunca uno ,no sabe lo que se pierde...
Mi última gata fué Julieta ( de allí mi alias )era parecida a tu Jacinta ,pero con la cara más blanca..
En cuanto a tu comparación con el trasero de los hombres ,por decirlo finamente ,no sé qué decirte porque no tengo mucha experiencia en éso..
Beso...
gracias Dn. Pablo.
Los perros y las vacas son reflexiones tardías de Dios..¡te pasaste, macho!. Qué bueno. Igual no llega a Borges, pero, hermano, prefiero leerte a tí mil veces.
Palita
Sabés Julieta? Por ahora (hasta que se venda) tenemor un cachorrito de un mes y medio que es mas o menos del tamaño de Jaci, y falta de otro divertimento se lo pasa siguiéndola y ladrándole todo el día; tanto hizo que terminó por sacarle las cosquillas a la pobre gata. Por algo dicen los monjes Lamas que "el ternero no le teme al tigre".
Y no te preocupes, si has visto un culo de hombre los has visto todos.
La Creación, Hermano, fue una idea excelente, pero aún así necesitó algunos ajustes ya puesta en marcha. Hubo otras reflexiones tardías del Altísimo a beneficio de hombres y mujeres y no sólo del reino animal; ahí tenés la vid y el algodonero sin ir mas lejos.
Pero don Pablo,parece que entendí,pero parece que tampoco.A ver,si se tira algo doce pisos más abajoes que se vive en el trece,¿no?.O se vive en doce y hay un semisótano o sótano o un entresuelo que no cuenta como piso...Me he líado.Saludos.
La vid, el algodón..Y cierto rascador de madera con extremo en forma de mano que te juro por lo más sagrado que alguna vez encontraré. Así dejaré de rascarme como oso en las esquinas de mi casa.
Muy bueno Pablo, me hiciste acordar a una gata que tuve (yo también soy de los perros, pero esta llegó cuando una laucha osó entrar en mi casa y cumplida su tarea de cazarla, se quedó).
Se mimetizó tanto con los perros que imitaba todas sus costumbres y eso fue justamente lo que la salvó y la mantuvo en casa a pesar de las ganas de marido de colgarla del asador!! jajejaja.
Los animales se mimetizan. En el campo un corderito huérfano se había criado con los perros y se sentía otro can. Corría al lado de los auto con ellos, dormían juntos echados, tenía un montón de vicios y costumbres perrunas.
Laura-E: No mujer, el balcón del piso 12 es, valga la redundandia, piso 12 lo cual quiere decir, vuelva a valer, que hay 12 pisos desde ahì hasta el suelo; el primer tramo de la caída va desde el aludido balcón hasta su par del piso 11 (ya caímos un piso) y así hasta llegar al suelo. Cuente y va a ver que tengo razón.
Juan, mi madre tiene uno de esos, lo he probado pero para mi nada aventaja el poder rascante de una buena pared.
Distinto el caso de Jaci, Dosto, ella no se mimetiza con la plebe sólo la gobierna.
Ashi ahora que lo decís alguna vez vi un documental en el que una leona amadrinó una cría de gacela y andaba con ella de aquí para allá. La tierna relación duró lo que tardó en enterarse el león y zamparse al ciervito de un bocado.
Cierto,Pablo,andar medio dormida hace que las Matemáticas y la Lógica se tambaleen.Saludos de esta dormilona que se salta las Mates y la Lógica cuando no duerme lo suficiente.
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