lunes, 15 de marzo de 2010

Ese cielo

Según su costumbre, mis obligaciones me llevaron de nuevo a Bariloche y zonas aledañas la última semana y es ese el escenario de lo que quiero contarles. Nos habíamos propuesto examinar en cinco días todos los juicios de todos los fueros en los que es parte actora o demandada el organismo para el que trabajo, y allí fuimos, dos abogados para unas 50 causas en trámite desparramadas por toda la Patagonia norte.

Generalmente, las cuestiones logísticas son fáciles de resolver, apenas llegamos la autoridad local puso uno de los vehículos oficiales a nuestra disposición, pero déjenme decirles algo que tal vez se ignora respecto a los bienes públicos: como son de muchos son de Nadie y Nadie los cuida. Y poner a disposición no es exactamente lo mismo que entregar las llaves en el acto, pese a todas mi recomendaciones y súplicas me hice de la camioneta recién a las 5 de la tarde del martes, dos horas después de lo que tenía programado salir para cubrir el trayecto Bariloche -Zapala y llegar con luz de día. Son sólo unos 370 km pero muy escasamente transitados, en muchos tramos es camino de cornisa y entre ambos puntos no hay ciudades, qué digo ciudades, no hay siquiera pueblos, o parajes, o áreas de servicio, es más, no hay ni un miserable rancho, NO HAY SEÑAL DE CELULAR, por eso quería salir temprano, pero no. En fin, allá íbamos Tambu y yo, subordinación y valor.

No paramos ni para escurrir las aceitunas sin evitar con eso que la noche más cerrada de la historia del universo nos cayera encima faltando todavía un trayecto de 70 km por recorrer y sin embargo con optimismo desaforado nos imaginábamos en breve sentados a la mesa de algún bodegón avalanzándonos implacables sobre un corderito que llevara apenas horas muerto.

Dijo Murphy (sí, el de las famosas leyes) que todo lo que puede salir mal seguro saldrá mal y no hay construcción más condenadamente decidida ni de mayor comprobación histórica, bien lo se. De súbito la Partner me tembló en las manos haciendo ese ruido clásico como de que algo muy feo le está pasando a alguien (a mí, a nosotros) y sin tocar el freno orillé al costado de la ruta (allí no hay banquinas, hay miles y miles de hectáreas de estepa pelada y muy bien ventilada).

- ¿Pinchamos? - preguntó Tambu
- Eso o entró en convulsiones - le dije
- Bueno, la soga viene con mierda y hay que agarrarla con los dientes - su frase célebre.

Examinen detenidamente la siguiente secuencia de desastres:

1) El vehículo no tenía balizas ni una puta linterna (¿qué clase de idiota no lleva una linterna en el auto?), debimos encender todas las luces para hacernos visibles y disminuir las posibilidades de pasar a formar parte del decorado frontal de algún camión.
2) Criquet, llave cruz y rueda de auxilio no estaban a la vista, los fuimos encontrando instintivamente en distintos compartimientos,tomó cierto tiempo.
3) El auxilio está oculto bajo un armazón sujeto por un bulón a rosca cuya cabeza aparece en el baúl por debajo de la alfombra, tardamos un rato en darnos cuenta después de leer el manual que por supuesto estaba en cualquier lado menos en la guantera donde uno lo buscaría de primera intención.
4) Cuando por fin cambiamos la rueda, la rosca del bulón se falseó y no hubo manera de volver a poner la goma pinchada en el arnés metálico que colgaba tocando el suelo. Con el precinto del matafuego improvisamos un lazo para atarlo y a duras penas conseguimos cerrar el baúl.
5) Nos sentamos, puse el contacto y no hizo una miserable chispa, toda la batería se consumió mientras realizábamos la maniobra.

Bajé del auto con dos pensamientos secuenciales dándome vueltas por la cabeza. El primero fué una frase del Perito Moreno, creador de nuestros Parques Nacionales: "En la humilde aridez de la estepa se oculta la vida"; esperemos que vida sin garras ni dientes ni colmillos venenosos ni aguijones. El segundo pertenece a Serrat. "Todo infortunio esconde alguna ventaja"; y entonces lo ví, el paño oscuro del cielo, tan negro como en el principio de los tiempos, se alzaba exhibiendo todas las estrellas, las que nos corresponden por derecho y todas las demás, es algo que vale la pena contemplar incluso a expensas de un reventón tan desgraciado como inoportuno. Sea cual fuere tu idea de inmensidad cambiaría si vieras ese cielo.

Tambu se paró en el medio de la ruta moviendo los brazos como un náufrago y detuvo tal vez el único auto que hizo el mismo trayecto que nosotros ese día. Por supuesto su conductor no tenía (nosotros tampoco) cables para conectar ambas baterías pero un par de brazos extra nos permitieron mover la Partner en segunda (y cuesta arriba, otro detallecito) hasta que arrancó.

El resto del viaje lo hicimos cantando canciones típicas de cancha sólo que en el estribillo reemplazamos el nombre del odiado equipo rival por el del pelotudo funcionario que nos entregó la camioneta tarde y en las condiciones descriptas supra, a las que en mérito a la brevedad me remito.

24 comentarios:

Luisa dijo...

y nosotros echándote de menos y tú con semejante compañía de cielo, sí que se les complicó la cosa ¿eh?, Tambu se llama o así le dicen?, tiene el nombre perfecto para ser guía.¿Se regresaron cantando?, tan locos!!

Qué bueno que ya estés de vuelta

(¿cómo pasó el cumple Lola??, dale un beso de nuestra parte)

Pablo dijo...

Tambu es un apócope de su apellido, y sí se nos complicó un poco. Tal vez algún día miremos juntos ese cielo.
El cumple de Lola fué maratónico, festejamos el suyo, el mío, el de mi sobrina Martina (4/3) y el de mi sobrino Hernán (11/3), todos en secuencia.
Besote Chamaquita.

Juan dijo...

Bienvenido, hermano. Hay que acuñar la frase de tu amigo. Lo bueno de esos lares- amén del cielo-es que si, dado el caso, algunas maletas rebeldes, se escaparan de su amarre, no hay papeleta por si viene una caravana de autos detrás. Ahí sí, se puede uno bajar y ni chaleco reflectante ni la madre que lo trajo. Despacico y recreándonos.

Pablo dijo...

Sabés Juan? esa frase de Tambu me parece de lo mas ingeniosa y siempre me causa gracia. Es de esos tipos que te hacen reir incluso en un momento de mierda. Podés creer que no vimos un sólo vehículo en todo el camino pero justo cuando paramos pasaron como 4 camiones y el auto del buen samaritano, claro que con lo de las valijas voladoras uno ya tiene los nervios hechos a los sobresaltos.

¿Cómo marchan las fotos del disco? Te llamo y me contás.

*La Casalinga* dijo...

Ay, Pablito! Cómo no llevaste la filmadora? Podrías haber hecho un excelente documental al mejor estilo El Proyecto Blair Witch,versión patagónica.

Qué cagazón les habrá agarrado mirando la oscuridad entre la espesura!

Luisa dijo...

y So y de baños cerca, mejor ni hablamos.
Ni me quiero imaginar cómo estarías tú en una situación como ésa.
:oP

Pablo dijo...

Sonieta no diré que tuve miedo pero estaba bastante intranquilo. Al principio llevaba cámara y filmadora en cada viaje, ahora sólo lo estrictamente imprescindible. Vuelvo cargado eso sí (ahumados, chocolates, etc.)

Pablo dijo...

Luisita, si hubiera habido mujeres en el grupo la falta de baños habría sido un problema. Para Tambu y para mí toda la estepa es un enorme mingitorio.

Luisa dijo...

y con gatitos y otros bichos por alí sueltos?, síiiii claro!!
(mejor no imagino lo que tardan en comenzar y terminar pronto la urgencia)

Juan dijo...

Bueno, puedo asegurar que ningún objetivo se rompió. Eso sí, definitivamente es preferible hacer el disco a echarse las fotos del disco. Pero bueno, cuando tomas 500, digo yo que algo se podrá hacer. En un mundo donde Mick Jagger fue considerado un sex-symbol todo puede pasar.

Pablo dijo...

Luisa, rapidito eso sí.

Pablo dijo...

¿500? tenés fotos pa´rato; tiemblen galancetes de moda, hay un nuevo sheriff en el pueblo!

pal dijo...

Qué tarde que paso!

Qué bonito viaje... si! bonito.
Una de las cosas que acá faltan con profundidad es eso: caminos en la nada, que sabes que si te apartes un milímetro, sonaste ahí si que nunca más te encuentra nadie.
Hace muchos milenios mirando la cordillera, en medio de la cordillera en un senderito al costado de un precipicio, me dió por pensar en esto. Me senté a llorar pensando, no grites, no pierdas los nervios... no grites, no pienses... mi compañero de ese viaje, no entendía nada. No había pasado nada... por qué lloraba? ... la inmensidad, balbucié... si... hay un poema que dice eso... "si al contemplar mirando las estrellas, se te llena el alma de infinito..." es eso, se llena el alma de infinito.
Y lo mío fue de día. Si me hubiera pasado lo que a ti, y me da por mirar pal cielo, nos habrían encontrado altiro, por mis aullidos.
La que nació santiaguina, muere gritando en el campo. No es pa nosotros tanta belleza.
Un beso.

ps ves? envidia siento de tu "aventura".

pal dijo...

JUAJAJAaaaaaaaaaa... vengo rapidito a dejar constancia que el Alzheimer también puede ser muy creativo:
resulta que el poema que te menciono es de Oscar Castro, es un poema de amor que sin embargo se usaba para recordar a los detenidos desaparecidos en Chile. Era una especie de himno. Debe ser por eso, digo yo, que en mi cabeza decía "se te llena el alma de infinito...", cuando en realidad, lo que se le llena es de imposibles!! JuaS!
En fin, esta fue peor que la del caramallo, caramillo en lo de Juancho, esta si que cambió hasta el sentido del asunto. Que cada cuál se llena con lo que puede.
(Y yo que tenía una memoria auditiva de oro... tenía...)

Pablo dijo...

Pal en eso pensé tan justo, las palabras "inmensidad", "infinito", etc, no son más que entelequias hasta que uno se asoma, por ejemplo, a esa parcela oscura de belleza que nos permite imaginar el Cielo.

Te cuento un cuento a propósito de memoria:

Resulta que un hombre de mediana edad (como la nuestra mas o menos), apasionado del golf y con buen handicap, vuelve a su casa un día y le dice a su mujer:

- no voy a ir a jugra más al golf
- ¿por qué? - pregunta ella - con lo mucho que te gusta
- es que ya no veo muy bien, le sigo pegando bien a la pelotita pero la pierdo de vista y así ya no puedo
- ¿y por qué no te llevás al abuelo que él tiene una vista privilegiada? - le aconsejó su esposa
-bueno, voy a probar

Al día siguiente van ambos (el hombre y el abuelo) al club y el golfista se prepara para el primer tiro, balancea, mide el viento y da un golpe de 200 yardas bien encaminado al hoyo 1

- ¿la vió abuelo? le pregunta
- si m´hijo, claro que la vi
- ¿y a dónde fue?
- no me acuerdo.

Dosto dijo...

Pablo, muy gráfico como siempre. Si, entiendo esa inmensidad, esa grandeza del cielo estrellado, que suele conmoverme.
ahora, tuvieron suerte, acá nomás, viajando Suárez-Mar del Plata, hay veces que no nos cruzamos ni un auto en 300 km!!

Martín dijo...

Pablo, lo del mérito a la brevedad no era necesario. No tengo ningún apuro y siempre es un placer leerte. ¡¡¡Explayate nomás!!! ;-)

Pablo dijo...

Dosto ni uno solito, ni unito, mire, y a ese auto que nos salvó lo esperamos como una hora.

Pablo dijo...

Tengo un consejo para vos Martín: nunca hagas ese trayecto en moto.

Juan dijo...

Y luego ese tipo escribió ese libro de experto sobre el golf que te comenté....

Juana dijo...

Quiero ver ese cielo!!! y verlo así como un regalo de una mismísima mala pasada... tendré que volverme abogada??? jaja

Pablo dijo...

El golf y la madre que lo parió.

Pablo dijo...

Ay no Trena, quédese así que está bien no se complique.

pal dijo...

Yo no sé por qué te inspiro esa clase de chistes... ya me da que pensar... igual se lo cuentoa mi marido a ver que opina... jejeje

Ayer pasé por el depto de personal y la tipa que me confunde , que me mete conversa- cosa que yo no rechazo- y que me cuenta que -ah! ud no es mexicana? ah! ud es la chilena!- que estuvo en Bariloche y que pasó a Chile en auto por esos caminos de dios sin ni una lucesita noi serr humano y que dice el marido:"y si se nos echa a perder el auto ahora?"
Ella lo miró y le ordenó cuál Helga que es: "no se te va a echar a perder. Punto."
Y yo le conté tu historia.
Allí andaba tu historia en los pasillos de un edificio alemán al sur.